Adiós al gris. Al plomizo que parecía ser seña de identidad de la joya del románico. Solo lo parecía. Porque en realidad, el Pórtico de la Gloria estaba lleno de luz. Y de color. Una policromía que ahora han recuperado las caras de apóstoles y profetas, las letras de las cartelas, los ropajes y la sangre de Cristo que preside el tímpano central.
Han tenido que pasar diez años de andamios y más de 6,3 millones de euros de inversión en el marco del Programa Catedral, auspiciado por la Fundación Catedral y la Fundación Barrié, en colaboración con la Consellería de Cultura de la Xunta y del Instituto de Patrimonio Cultural de España.
“No se ha añadido ninguna policromía”, aclaró ayer, 28 de junio, el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, durante la presentación de los trabajos, orgulloso de devolver a los compostelanos el esplendor a uno de los mayores atractivos del Obradoiro.
Una obra de gran magnitud
“No nos podíamos permitir el más mínimo error”, reconocía el presidente de la Fundación Barrié, José María Arias Mosquera, sobre el que consideró uno de los “proyectos más importantes, más largos y más complejos” a los que se han enfrentado la entidad, por la “magnitud de la obra” y por la presión social existente.
Hasta 20 meses de monitorización de las condiciones ambientales del Pórtico y su influencia en la obra se realizaron en la fase inicial de estudio. Desde ahí se consideró necesario intervenir en fachada y cubiertas del Obradoiro para frenar la entrada de agua que estaba dañando especialmente los restos de policromía y comenzaron unos trabajos que concluyeron hace tan solo unas semanas.