A través de la instrucción ‘Ecclesiae Sponsae Imago’, la Iglesia regulariza por primera vez la figura de las vírgenes consagradas. Pero, ¿qué requisitos tiene que tener una mujer que se sienta llamada a esta forma de vida? ¿Qué pasos tiene que seguir? ¿Cómo visten? ¿Hay una edad mínima? El documento responde de forma detallada a estas cuestiones que Vida Nueva ha resumido en quince elementos indispensables para conocer y reconocer a las Ordo virginum del siglo XXI.
1.Tres rasgos esenciales: virginidad, esponsalidad y maternidad
“Virginidad, esponsalidad y maternidad son tres perspectivas que permiten describir la experiencia espiritual de las vírgenes consagradas: no significan características yuxtapuestas o sumadas unas a otras, se refieren a dinámicas espirituales realizadas una en la otra y asentadas en las coordenadas fundamentales de la vida bautismal, por las que las consagradas son hijas de la Iglesia y hermanas unidas a todos los hombres y a todas las mujeres por vínculos de fraternidad”.
2. Tener un acompañamiento espiritual dócil
“Entre las ayudas que la Iglesia recomienda para el discernimiento, las consagradas no descuidan el acompañamiento espiritual. El diálogo sincero, dócil y maduro con una persona prudente y experimentada que ejerza este ministerio, ofrece a cada una, preciosas ocasiones para profundizar, verificar, confirmar, y propone herramientas cualificadas para crecer en la respuesta al Señor, que llama a la santidad en la armonía de la persona”.
3. Un camino de accesis
“La oración es para las consagradas una exigencia de amor para ‘contemplar la belleza de Aquel que las ama’”. “Reconocen en la liturgia la fuente primordial de la vida teológica, de la comunión y misión eclesial, y dejan que su espiritualidad tome forma a partir de los Sacramentos y la Liturgia de las Horas”. “Profundizan y reavivan la relación con el Señor Jesús reservando tiempos oportunos a los retiros y a los ejercicios espirituales”.
4. Vivir solas, en familia o en comunidad
“Pueden vivir solas, en familia, junto a otras consagradas o en otras situaciones favorables a la expresión de su vocación, que les permitan vivir concretamente su proyecto de vida. Se procuran su sustento con los frutos de su trabajo y los recursos personales”.
5. Sin hábito pero con decoro
“Deseosas de irradiar la dignidad y belleza de su vocación según un estilo de cercanía a la gente de su tiempo, en la manera de vestir guardan las costumbres del ambiente en que viven, conjugando el decoro y la expresión de su personalidad con el valor de la sobriedad, según las exigencias de su condición social”.
6. El anillo como signo de identidad
“Salvo excepciones motivadas, llevan el anillo recibido durante el rito de consagración como signo de la alianza esponsal con Cristo Señor”.
7. El velo no es obligatorio
“En los lugares donde las mujeres cristianas casadas no se suelen cubrir la cabeza con un velo, por norma no llevan como elemento ordinario de su manera de vestir el velo, que pudieron recibir durante el rito de consagración, y se atienen a las indicaciones del Obispo diocesano o de las Conferencias Episcopales, que, al tener en cuenta los distintos contextos y la evolución de las condiciones socioculturales, pueden admitir el uso del velo en las celebraciones litúrgicas o en otras situaciones en las que resulte apropiado el uso de este signo visible de su total dedicación al servicio de Cristo y de la Iglesia”.
8. Apuesta por los pobres sin reduccionismos ni ingenuidad
“Atentas a captar las llamadas que vienen del contexto en que viven, y dispuestas a poner a disposición del Señor los dones que de Él han recibido, son convocadas a dar su aportación para renovar la sociedad según el espíritu del Evangelio, aceptando, sin ingenuidad ni reduccionismos, el compromiso de la elaboración cultural de la fe y asumiendo como propia la predilección de la Iglesia por los pobres, los que sufren y los marginados”.
9. En el mundo del trabajo
“Conscientes de estas responsabilidades, optan por la actividad laboral según sus actitudes, inclinaciones y posibilidades efectivas, reconociendo en ella una modalidad concreta por la que testimoniar que Dios llama a la humanidad a colabore en su obra creadora y redentora, para hacerla íntimamente partícipe del amor con el cual atrae hacia sí al mundo y la historia entera”.
10. Aprecio a las demás consagradas
“La pertenencia al Ordo virginum supone un fuerte vínculo de comunión entre todas las consagradas presentes en la Diócesis. Se reconocen unas a otras como las hermanas más próximas con quienes comparten la misma consagración y una pasión ardiente por el camino de la Iglesia. Por eso, acogen como un don el espíritu de comunión y se comprometen a hacerlo crecer cultivando el aprecio mutuo”.
11. El obispo como su máximo responsable
“En continuidad con la antigua tradición eclesial, el Ordo Consecrationis virginumdiseña la figura del Obispo diocesano, no solo en su tarea de sacerdote dispensador de la gracia divina, sino también como maestro que indica y confirma el camino de la fe, y como pastor que cuida amorosamente de las personas que le han sido confiadas”.
“Aunque puede nombrar un delegado para las vírgenes, “como responsable de la admisión a la consagración, el Obispo diocesano, en base a los elementos de conocimiento de cada candidata, establece las modalidades para seguir un adecuado itinerario formativo y lleva a término el discernimiento vocacional”.
12. Pueden tener como referencia otros movimientos o institutos
“La forma de vida propia del Ordo virginumconstituye un camino peculiar de santificación al que corresponde una identidad espiritual característica, que unifica y orienta la vida entera de la persona. (…). Esto no impide a una virgen consagrada beneficiarse de la variedad de carismas y espiritualidades con los que el Espíritu enriquece la Iglesia, y eventualmente encontrar en la referencia a una determinada agregación eclesial (tercera Orden, Asociación, Movimiento), a su carisma y espiritualidad, una ayuda para expresar su propio carisma virginal”.
13. Un largo proceso de formación y discernimiento
“Se pueden distinguir oportunamente tres momentos o fases: un primer período de acercamiento o propedéutico; un segundo período de formación debidamente articulado en varias etapas con sus objetivos y evaluaciones; y el discernimiento o escrutinio final”.
14. Madurez hasta para usar los medios de comunicación
“La admisión a la consagración requiere que por la edad, la madurez humana y espiritual, y por la estima que disfruta en la comunidad cristiana donde está inserta, la candidata dé confianza de poder asumir de forma responsable los compromisos que se derivan de la consagración”.
Entre los signos que se evaluarán se encuentran desde “la capacidad de establecer relaciones sanas, serenas y oblativas, con hombres y mujeres, unida a una recta comprensión del valor del matrimonio y la maternidad” hasta “la capacidad laboral y profesional con la cual proveer al propio sustento de manera digna”, pasando por “un uso responsable de los bienes, de los medios de comunicación social y del tiempo libre”, entre otros.
15. Solo se podrán consagrar a partir de los 25 años
“En ningún caso se podrá iniciar el período propedéutico antes de cumplir los dieciocho años de edad; para la admisión a la consagración se deberá tener en cuenta la edad de casarse tradicional en la región y ordinariamente no se celebrará la consagración hasta que la candidata haya cumplido los veinticinco años de edad”.