Paul Budi Kleden es indonesio, tiene 52 años y desde ayer está al frente de la Sociedad del Verbo Divino, una de las congregaciones misioneras de referencia que cuenta con más de 6.000 padres y hermanos en todo el planeta. El nuevo superior general toma el relevo del alemán Heinz Kulüke.
Budi Klenden ha sido elegido en el trascurso del capítulo general del instituto bajo el lema “El amor de Cristo nos urge”, que se está celebrando en Nemi, cerca de Roma, con la participación de 151 capitulares. Este religioso tiene en sus manos el timón para guiar las principales líneas de acción del Verbo Divino en los 84 países en los que están presentes donde realizan su apostolado en la pastoral, educación, catequesis bíblica, medios de comunicación, justicia y paz, cuidado de la casa común…
Doctor en filosofía y Teología, se formó en Austria y Alemania, y es conocido en Indonesia por ser un prolífico autor de ensayos. En una entrevista reciente, el padre Paul apuntaba los principales desafíos a los que los misioneros del Verbo Divino se enfrentan hoy, subrayando “el reto de mantener con todo el corazón la comunión intercultural” entre los miembros de la congregación, consciente de que “en el contexto del mundo actual, la interacción entre personas de diversos orígenes es cada vez más intensa”.
Preocupado por la falta de relevo misionero en Occidente: “Como una congregación internacional tenemos que seguir buscando la manera de conseguir vocaciones, y al mismo tiempo, involucrar a más laicos para que la influencia y la contribución de los territorios no declinen y las vocaciones no se pierdan”.
En cuanto a los focos de acción, Budi Klenden prioriza el problema de los migrantes y refugiados. “Como misioneros somos inmigrantes. Por lo tanto, debemos tener la experiencia y la capacidad para ayudar a las iglesias locales a enfrentar este problema”, aseguraba el nuevo superior general.
El pasado 22 de junio los padres y hermanos capitulares fueron recibidos por el Papa en la Sala Clementina del Vaticano. Allí, Francisco les planteó tres palabras para que guiaran sus días de trabajo: confianza, anuncio y hermanos. Con este punto de partida, el Obispo de Roma les recordó que “el mandato misionero no conoce fronteras ni culturas, todo el mundo es tierra de misión”.
“La vida del misionero siempre es desordenada. Solamente tiene una seguridad de orden: la oración. Y con la oración va adelante”, animó el Papa a los miembros de esta familia carismática fundada en Steyl (Holanda) por san Arnoldo Janssen en 1875, la Sociedad Verbo Divino.