El papa Francisco ha intervenido esta mañana –6 de julio– en las conferencias ‘Saving our Common Home and the Future of Life on Earth’ (Salvaguardar nuestra casa común y el futuro de la vida en la tierra) organizadas en el Vaticano con motivo del tercer aniversario de la publicación de ‘Laudato si” e inauguradas ayer por el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin. “Os agradezco a todos que os hayáis reunido para escuchar con el corazón el grito siempre angustioso de la tierra y de sus pobres en busca de ayuda y responsabilidad, y por testimoniar la urgencia de acoger la llamada de ‘Laudato si” a un cambio, a una conversión ecológica”, ha dicho.
Recordando a san Francisco de Asís y las palabras que Dios le dirigió –”Ve, repara mi casa, que como ves está toda en ruinas”–, el Papa ha señalado que hoy esa “casa común” que necesita ser reparada es el planeta. Algo secundado por la comunidad científica, que advierte en una cita de la encíclica de que “el ritmo de consumo, de producción de residuos y de alteración del ambiente ha superado las posibilidades del planeta” lo que se traduce, como ha dicho Francisco, en que corremos el riesgo de dejar a las futuras generaciones “escombros, desiertos y suciedad”.
Por tanto, ha pedido que esta preocupación común por el cuidado del planeta resulte en “una acción orgánica y concertada” de la aplicación de los principios de la ecología integral. “La humanidad tiene el conocimiento y los medios para colaborar con este propósito, para cultivar y proteger la Tierra de manera responsable”, ha añadido.
En el campo de las acciones concretas, Francisco ha incidido en la importancia de la cumbre climática COP24 que se celebrará en Katowice (Polonia) en diciembre, que puede resultar clave para la implementación de los Acuerdos de París de 2015. Pero sabe que “todos los gobiernos deben esforzarse por cumplir los compromisos asumidos en París para evitar las peores consecuencias de la crisis climática (…) especialmente los países más poderosos y contaminantes (…) No podemos darnos el lujo de perder el tiempo en este proceso”.
También ha destacado la Cumbre sobre el Clima Mundial, programada para septiembre en San Francisco, en la que distintos grupos de presión de ciudadanos de todo el mundo se reunirán buscando una forma de fomentar la ecología integral a nivel local, y no solamente entre gobiernos. Y es que, como defienden tanto Francisco como el Patriarca Bartolomé, “no puede haber una solución genuina y duradera al desafío de la crisis ecológica y el cambio climático sin una respuesta concertada y colectiva“.
El Papa también ha llamado a la responsabilidad a las instituciones financieras, pidiendo “un cambio en el paradigma financiero para promover el desarrollo humano integral”. Concretamente se ha referido al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, a los que ha invitado a “promover reformas efectivas para un desarrollo más inclusivo y sostenible”.
Pero “todas estas acciones presuponen una transformación a un nivel más profundo, es decir, un cambio de corazones, de conciencias“, por lo que ha resaltado el papel clave de las distintas Iglesias para concienciar a los fieles de la necesidad del cuidado de la “casa común”. Un compromiso que “debe reservar un lugar especial para dos grupos de personas que están a la vanguardia del desafío ecológico integral y que estarán en el centro de los próximos dos Sínodos de la Iglesia católica: los jóvenes y los pueblos indígenas”.
Los jóvenes, porque son quienes tendrán que vivir con las consecuencias de la crisis ambiental actual, lo que hace que la solidaridad intergeneracional no sea “una actitud opcional, sino una cuestión esencial de justicia, ya que la tierra que hemos recibido también pertenece a los que vendrán”. A los indígenas, porque tenemos mucho que aprender de ellos, ya que consideran la tierra “un don de Dios, un espacio sagrado con el que interactúan para alimentar su identidad y sus valores”. Son, por tanto para el Papa, “un recuerdo vivo de la misión que Dios nos ha confiado a todos: la protección de nuestro hogar común”.
Finalmente, el Pontífice ha animado a todos a llevar a cabo esta labor, sabiendo lo ardua y exigente que resulta, y ha recordado que Dios “no nos abandona, no nos deja solos, porque definitivamente se ha unido a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos”.