América

Maletas cargadas de fraternidad con Cuba

  • Una ONG de la familia de La Salle promueve el envío de material de primera necesidad desde España
  • Además, Hombre Nuevo Tierra Nueva fomenta apadrinamientos y apoya a las víctimas de los huracanes





Como todas las congregaciones religiosas, los Hermanos de La Salle tuvieron que abandonar Cuba tras la Revolución encabezada en 1959 por Fidel Castro. Hace tres décadas, al igual que otras comunidades cristianas, fueron autorizados a regresar de nuevo a la Isla con hermanos procedentes de otros países y en un número limitado.

Volvieron, sí, pero aceptando las reglas impuestas por el régimen comunista: así, si bien no se permiten las escuelas católicas como tal, los lasallistas promueven en La Habana y en Santiago centros juveniles donde imparten educación no formal a la población local, que puede favorecerse de sus cursos de inglés o informática, entre otros.

Con todo, conscientes de que podían llegar mucho más lejos a través de entidades no confesionales pero sí inspiradas en su carisma, en el año 2000, el hermano Luis Franco, uno de los principales representantes de la congregación en esta etapa del retorno (actualmente es el visitador auxiliar del Distrito Antillas México Sur), propuso a un grupo de antiguos alumnos formados en sus escuelas fundar una ONG destinada a auxiliar a sus compatriotas allí donde tuvieran cualquier necesidad. Fue así como surgió la entidad Hombre Nuevo Tierra Nueva.

Bienes de primera necesidad

Su principal responsable es Víctor Bernal Quintana, nacido en Cuba y quien lleva en nuestro país desde los cinco años. Precisamente, su padre fue uno de los impulsores de la asociación, junto a otros antiguos alumnos de La Salle en Cuba y al hermano Franco. En conversación con Vida Nueva, explica el eje angular del proyecto: “Tenemos varias acciones, pero la principal consiste en favorecer que llegue desde España a Cuba toda la cantidad posible de bienes de primera necesidad, como material de aseo y escolar, libros, medicinas o menaje del hogar. Para ello, somos una ONG que estrecha los lazos entre los dos países, habiendo en nuestra junta directiva españoles y cubanos por igual. A nivel de voluntarios, aquí hay 12 y unos 40 en la Isla, estando la mitad en La Habana y la otra mitad en Santiago”.

Ese material lo hacen llegar a través de personas, familias o grupos que viajan como turistas a Cuba, haciendo que parte de su equipaje incluya la ayuda destinada al país caribeño: “Unas veces son colectivos o individuos que nos informan de que van a viajar allá y nos cuentan que ya han preparado su propia donación en la maleta. Otras veces, nos piden que nosotros organicemos todo o parte según el espacio del que dispongan. Si están en Madrid, nos desplazamos personalmente a su domicilio para entregarle el envío que han de llevar; si viven en cualquier otro punto de España, se lo hacemos llevar a través de mensajería, corriendo nosotros con todos los gastos”.

Una vez que el viajero está en la Isla (el 98% de los turistas van a La Habana y solo un 2% a Santiago) y ya está asentado en el hotel o domicilio en el que va a pasar su estancia, “uno de nuestros voluntarios va a visitarle y a recoger el material, invitándole además, si así lo desea, a que visite los centros en los que desarrollamos el resto de programas de atención”.

Un proyecto integral

Como relata el responsable de Hombre Nuevo Tierra Nueva, en sus centros cuentan con varios programas con los que buscan dar respuesta a todo tipo de necesidades: “Ponemos en marcha iniciativas de apadrinamiento de niños, ancianos y personas con minusvalías. Además, en su día tuvimos un programa de microcréditos con el que pudimos ayudar a muchos. Y estos años, ante desgracias como las que han padecidos los cubanos con huracanes que han devastado sus casas y proyectos, hemos fomentado la presencia de una veintena de nuestros jóvenes y, apoyados en las Cáritas locales, hemos conseguido hacerles llegar colchones y otros productos de urgencia”.

De cara a septiembre, además, quieren abrir un tercer centro en la localidad de Sancti Spiritus, apoyando a las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús. Y es que, como enfatiza Bernal, “nuestra gran pasión es tratar de ser un proyecto abierto y que llegue al mayor número de gente posible”.

Por eso buscan apoyarse en distintas comunidades cristianas y van mucho más allá de las etiquetas ideológicas: “Entre nuestros voluntarios allí hay personas con posicionamientos políticos muy diferentes, pero eso no es un problema, pues lo que nos preocupa es tratar de ayudar a la población, y eso nos une a todos”.

Se reparte todo el material

Claro ejemplo de este espíritu integrador y sin burocracias es que, “pese a que la inmensa mayoría de los turistas van a La Habana, todo lo recibido se reparte por los religiosos lasallistas de las dos comunidades, viajando los de la capital al menos una vez al mes a visitar a sus hermanos de Santiago para llevarles lo recibido”. Y no hablamos de cuatro cosas… “Nuestro récord –concluye el responsable del proyecto– está en 500 kilos de medicinas que llevó un grupo de 80 estudiantes de Farmacia que viajaron hasta Cuba en su viaje de ecuador de carrera”.

Echando la vista atrás a hace dos décadas, es imposible calcular el caudal de solidaridad que ha llegado a la Isla a bordo de simples maletas.

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