Una multitud de fieles de todas las provincias del país se acercaron a la casa de la Patrona del país, la Virgen de Luján, para pedir el respeto y cuidado de la vida por nacer.
Antes de la misa, todos los obispos rezaron delante de la imagen de Nuestra Señora de Luján. La gente que se encontraba fuera de la Iglesia, siguieron por las pantallas el rezo del Ángelus, y vivaron y cantaron a la Virgen creando así un clima de oración y fiesta.
Más de 40 obispos y sacerdotes participaron de esta misa convocada por el episcopado. La celebración fue presidida por Oscar V. Ojea, Obispo de San Isidro y Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y concelebrada por el Cardenal Mario Poli, Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina y el nuevo Nuncio Apostólico, León Kalenga Badikebele. Participaron también el Arzobispo de Mercedes-Luján y su auxiliar, Agustín Radrizzani y Jorge Eduardo Scheinig, Pedro Laxague, Obispo de Zárate-Campana y Presidente de la Comisión Episcopal de Laicos y Familia, y el Secretario General de la Conferencia Episcopal, Carlos Malfa.
El respeto y el cuidado
Con una fuerte frase, Ojea empezó la homilía de la Misa por la Vida: “Estamos perplejos y doloridos ante la posibilidad de que se sancione la ley de despenalización del aborto. Sería la primera vez que se dictaría en la Argentina y en tiempos de democracia, una ley que legitime la eliminación de un ser humano por otro ser humano”.
Invocó a la Madre que conoce el desamparo y la tristeza por su experiencia al lado de la cruz y que diariamente recibe penas y alegrías “de todo el pueblo argentino a lo largo de su historia”.
Expresó que no siempre es fácil recibir la vida como viene, y agradeció a tantas madres que supieron superar obstáculos para cuidar y defender a sus hijos. Como un llamamiento a todos afirmó que para defender la vida hay que asumir un compromiso concreto para crear condiciones dignas para recibirla, acompañando a tantas madres embarazadas, situaciones sumamente vulnerables y frágiles.
Les habló a los jóvenes especialmente: “Hemos recibido nuestra vida como don, por eso debemos cuidarla, tampoco somos dueños de otra vida humana. Es otro cuerpo, otra vida sobre la que no tenemos poder. Chicos y chicas, el aborto no es un derecho sino un drama”.
Pidió a la Virgen que “nos enseñe a respetar la vida, a cuidarla, a defenderla y a servirla. Los argentinos no podemos perder esa hospitalidad esencial de todo ser humano: La capacidad de recibir con los brazos abiertos a todos aquellos que han sido invitados al banquete de la vida…”.
La consagración del pueblo argentino y la oración por la vida
Al término de la Misa, Agustín Radrizzani encabezó la oración de consagración del pueblo argentino a la Virgen de Luján. Luego todos juntos rezaron la oración por la Vida de San Juan Pablo II.