Vaticano

Último adiós al cardenal Jean-Louis Tauran en San Pedro

  • El decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, ha presidido su funeral en presencia del papa Francisco
  • Ha destacado su “diálogo con todos los hombres de buena voluntad, en la línea del Concilio Vaticano II”





El altar de la Cátedra de Bernini, sito en el ábside de la Basílica de San Pedro tras el altar mayor, ha sido el escenario escogido para celebrar las exequias del cardenal y camarlengo de la Iglesia Jean-Louis Tauran, quien fue el encargado de anunciar al mundo la elección de Francisco ejerciendo su labor de protodiácono. Tauran, reconocido diplomático, padecía parkinson desde hace años, enfermedad que no le impidió continuar con su servicio a Cristo y a la Iglesia.

El Evangelio que se ha leído, del sermón de la montaña, ha servido al celebrante decano del Colegio Cardenalicio Angelo Sodano para recordar que “las bienaventuranzas siempre iluminaron la vida de nuestro querido hermano difunto como estrellas luminosas en su camino“, subrayando la pobreza de espíritu, la misericordia, la búsqueda de la paz y la mansedumbre. Asimismo, el decano ha querido dar testimonio personalmente”del gran espíritu apostólico que siempre caracterizó” al purpurado.

Sodano también ha incidido en su remarcable labor de diálogo “con todos los hombres de buena voluntad, siguiendo la línea trazada por el Concilio Vaticano II“, refiriéndose a su labor como presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso que realizó con gran esfuerzo y alegría, y en la que siempre procuró que todos “trabajáramos juntos sin violencia, sin engaño, para construir un mundo en paz”.

Finalmente, el propio Papa Francisco ha sido quien ha presidido los últimos ritos de la Commendatio y la Valedictio, considerados la despedida final de este mundo. El cardenal francés, que murió en Connecticut el pasado 5 de julio, será enterrado en la céntrica Basílica romana de Sant Apollinare alle Terme Neroniane-Alessandrine, de la que fue titular desde su proclamación cardenalicia en 2003 por san Juan Pablo II.

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