De vez en cuando, la conservación del patrimonio histórico-artístico de la Iglesia aparece escandalosamente en los medios con noticias como el “extravío” de las piezas escultóricas de Luisa Roldán (Sevilla, 1652-Madrid, 1706) en Cádiz o la fallida restauración del San Jorge de Estella. Pero la realidad es muy distinta. “Precisamente, por lo extraordinario han salido esas informaciones. Pero la práctica de la Iglesia en estos últimos años es que ha tenido un cuidado exquisito con su patrimonio. El esfuerzo por inventariar, por restaurar, por exponer, ha sido enorme. Nadie puede decirle a la Iglesia que no tratamos bien nuestro patrimonio, que no lo protegemos, que no lo custodiamos, que no lo intervenimos para que se conserve bien”, afirma José Ángel Rivera de las Heras, delegado para el Patrimonio y la Cultura de Zamora.
“La noticia de que las piezas mencionadas son propiedad eclesiástica añade un toque de polémica que no existe cuando son pérdidas o restauraciones poco afortunadas de piezas con otra titularidad. En muchos ámbitos, se ha convertido en un fácil recurso afirmar que la Iglesia no cuida su patrimonio”, prosigue Francisco Martínez Rojas, deán de la catedral de Jaén. “Se hace preciso un conocimiento más profundo que el meramente mediático para valorar con criterio el asunto. Y ese conocimiento más profundo nos descubrirá que la Iglesia ha desarrollado a lo largo de su historia un cuidado celoso de los bienes culturales generados por la fe”, manifiesta Francisco José Alegría Ruiz, presidente de la Asociación de Museólogos de la Iglesia en España (AMIE).
Un “esfuerzo enorme” por conservar
El estado real de conservación del patrimonio histórico-artístico de la Iglesia en España va mucho más allá de esos dos capítulos puntuales de Cádiz y Estella. “Hay que afirmar sin triunfalismo, pero tampoco sin complejos vergonzantes, que en líneas generales, la situación del patrimonio cultural de la Iglesia es bueno. Indudablemente podría ser mejor, pero dados los recursos con que contamos, la Iglesia hace un gran esfuerzo por conservar, restaurar y difundir su patrimonio”, reseña Martínez Rojas. Es lo que reitera De las Heras: “La Iglesia, en estos últimos años, ha hecho un esfuerzo enorme por realizar un inventario de bienes muebles e inmuebles. Esto es lo que nos hace conocer qué es lo que tenemos, custodiarlo y conservarlo debidamente”.
El consultor de Seguridad Ricardo Sanz Marcos, colaborador del Secretariado de la Conferencia Episcopal para el Patrimonio Cultural, encuentra una brecha: “Pocas diócesis cuentan con profesionales de la protección de patrimonio cultural, tal y como sucede en los museos de titularidad pública o de fundaciones, donde la seguridad está planificada y organizada por una política estricta de protección preventiva, marcada por directrices que emanan de la Unesco e implementadas por profesionales”. Martínez Rojas responde en este sentido: “En los últimos años han aumentado las medidas de seguridad, como la colocación de cámaras que graban incluso sin luz del día, y la realización de inventarios con fotografías”.