El pasado fin de semana la iglesia australiana ha celebrado una nueva edición de Proclaim, un foro nacional dedicado a la nueva evangelización celebrado en la diócesis de Brisbane, al este del país. El documento conclusivo lleva el título de ‘Fieles acompañantes de la gracia de Dios’ y refuerzan la opción de las iglesias locales por el papel del laicado para el futuro de la fe en el país en el que la Iglesia católica ha sufrido una tremenda pérdida de credibilidad tras unos años en los que se han conocido diferentes casos de abusos de sacerdotes y religiosos.
Para el obispo de Rockhampton Michael Fabian McCarthy este material es un importante “documento de trabajo” que “aporta una base teológica sólida” para la pastoral laical que desarrollará la Iglesia australiana de cara al concilio plenario convocado en el país para el 2020, según ha destacado la edición italiana de L’Osservatore Romano.
Este documento surge como una necesidad detectada por los obispos en el 2012 cuando –con la vista puesta en este concilio que están preparando– sintieron la necesidad de favorecer el diálogo para definir mejor el ministerio laical. Tras un análisis de la realidad y el estudio de la rica teología del laicado, este documento intenta fortalecer el compromiso de los laicos a partir de estos años en los que se ha configurado una visión compartida y un entendimiento entre los laicos y la jerarquía católica.
Unos y otros consolidan con este paso que hablan “un lenguaje común” y señalan que, a partir de ahora, se abren nuevos “caminos formativos, políticas ocupacionales y prácticas de consolidación, acreditación y responsabilidad respecto a los encargos” recibidos por cada uno. Por ello, el documento se esmera en clarificar en qué consiste la “complementariedad de los ministerios” evitando la “clericalización de los laicos” y formulando unas competencias profesionales que los laicos desarrollan en la Iglesia en primera persona en sintonía con las propuesta del papa Francisco en ‘Evangelii Gaudium’.
Aterrizando la teología del laicado, el documento conclusivo incluye una serie de “recomendaciones” para que laicos y sacerdotes encarnen realmente esta “visión compartida”. En este sentido se subraya la necesidad de “afirmar y celebrar” la vocación y el servicio de los laicos.
La segunda recomendación reclama el “desarrollo de estructuras formales que sostengan el trabajo de los ministerios pastorales laicales” y para ello propone “implementar buenas prácticas” que destaquen por su compromiso ético y que se traduzcan en un lenguaje uniforme sobre los roles de seglares y clérigos. Criterios que piden que sean aplicado tanto para los laicos asalariados, como para los voluntarios.