Tras una gestación complicada y un parto difícil. Así vio la luz, el 25 de julio de 1968, hace ahora 50 años, la encíclica ‘Humanae vitae’, “el texto pontificio más controvertido en los últimos tiempos, tanto dentro como fuera de la Iglesia”, según afirma el moralista Marciano Vidal, y cuya recepción eclesial “ha sido desigual”, como apunta el obispo Mario Iceta.
Coincidiendo con este aniversario, acaba de ser presentada en Roma una investigación que aporta elementos de juicio hasta ahora desconocidos oficialmente sobre la larga preparación del texto pontificio. Con el título de ‘El nacimiento de una encíclica. Humanae vitae a la luz de los Archivos Vaticanos’, su autor, Gilfredo Marengo, revela que el papa Pablo VI pidió a los pastores que participaban en el I Sínodo de los Obispos, reunidos entre septiembre y octubre de 1967, su opinión sobre los métodos anticonceptivos. De 200, contestaron 26: 19 a favor de una apertura, y 7–entre ellos el arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla– en contra.
No menos significativo en este estudio es el lugar en el que se edita: la Libreria Editrice Vaticana, la editorial del Papa. Ni tampoco es desdeñable el dato de que el propio Francisco haya permitido, “de una forma totalmente extraordinaria”, el acceso al autor al material sobre la encíclica guardado en el Archivo Secreto Vaticano y en el de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, “como una excepción a la disposición de la ley que prevé la apertura de los Archivos de la Santa Sede a los eruditos solo después de setenta años”, según reconoce la editorial que acoge este estudio. Es decir, el propio Jorge Mario Bergoglio adelanta el debate sobre la cuestionada encíclica y, aunque él nunca ha cuestionado frontalmente el texto de su querido Papa Montini, ha ido dejando señales de que no todo está dicho aún.
Esta y otras intervenciones, como cuando fue preguntado sobre el uso de preservativos para evitar contagios de sida o por el riesgo que corrían las mujeres embarazadas que pudiesen ser infectadas por el virus del zika, en donde estableció una distinción entre aborto y control de la natalidad, le sirven a Marciano Vidal para señalar a esta revista que “estas intervenciones puntuales del papa Francisco no cierran la puerta a una solución futura; parecen dejarla entornada. ¿Será abierta?”.
Él mismo tiene sus dudas, incluso por una “dificultad sobreañadida” que sería “la admiración que siente el papa Francisco hacia la figura de Pablo VI”. En todo caso, para este religioso redentorista, “desde el punto de vista teológico es posible –y deseable– un progreso puntual dentro de la continuidad magisterial sobre la responsabilidad en la procreación humana: bastaría reinterpretar parte del n. 14 de ‘Humanae vitae’, donde se declara inmoral toda intervención contraceptiva. No conviene olvidar que el contenido de la encíclica no es magisterio infalible e irreformable. Esto sí lo sabemos hasta con datos documentales: su texto final salió de Doctrina de la Fe hacia la Secretaría de Estado con la calificación de ‘magistero infalibile’ y retornó de esta a la primera con la calificación de ‘magistero autentico’”.
“El papa Francisco ha alabado frecuentemente ‘Humanae vitae’ y ha dicho del beato Pablo VI que fue un buen pastor, valiente, profético y misericordioso –señala Mario Iceta, obispo de Bilbao y presidente de la Subcomisión episcopal de Familia y Vida–. Ha acogido la encíclica de su predecesor y ha profundizado en ella, redescubriéndola para la vida de la Iglesia, actualizándola y volviéndola a proponer con luces nuevas. En el Magisterio no existe una ruptura, sino una continuidad. Podemos ver la conexión profunda entre ‘Gaudium et spes’, ‘Humanae vitae’, ‘Familiaris consortio’, ‘Caritas in veritate’, ‘Lumen Fidei’ y ‘Amoris laetitia’, cada cual con sus acentos, con sus luces propias, con sus aportaciones originales, pero en una admirable continuidad a partir de los elementos fundamentales de una doctrina que ha sido estable y constante”.
Así pues, y aunque Mario Iceta considera que la encíclica “ha sido acogida, complementada e iluminada por el Magisterio posterior”, también estima que, “como todo documento promulgado en un contexto concreto, en una sociedad que tan velozmente cambia y aparecen realidades nuevas, siempre es necesario releer el texto magisterial, acogiendo los elementos perennes y fundamentales sobre la verdad del amor humano, que participa del amor de Dios, y los significados y las dimensiones inseparables del acto conyugal, e integrando elementos y luces nuevas necesarios para responder adecuadamente a los desafíos que presenta la cultura actual”.
En todo aquello referente a la defensa del amor fiel y fecundo, de la dignidad de la pareja o en la necesidad de ejercer una paternidad responsable, la encíclica “sí contiene doctrina definitiva” para María del Carmen Massé García, secretaria de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas. Sin embargo, “en las cuestiones más concretas, más normativas, creo que la opción del papa Francisco podría dar mejores frutos: escuchar a hombres y mujeres de hoy, formar conciencias sin sustituirlas, dando criterios de discernimiento. Así se ha hecho en otros ámbitos de la moral como la social, económica o política”, argumenta esta religiosa de la Sagrada Familia de Urgell.
“Algunos eclesiásticos insisten todavía en promover la encíclica, pero no se dan cuenta de que esta política aleja, más y más, a los jóvenes de la Iglesia. El tema del sexo, con todas sus consecuencias negativas, ha dejado de ser tabú y la libertad social viene acompañada por la libertad sexual. La píldora y los otros métodos anticonceptivos han abierto un mundo insospechado para las mujeres que difícilmente querrán volver a situaciones anteriores”, afirma la teóloga Isabel Gómez Acebo.
En su opinión, ‘Humanae vitae’ es reformable “pues no contiene material infalible” y espera que lo que ha sucedido con ella en este medio siglo de controversia “sirva de lección para textos posteriores, ya que los descubrimientos avanzan muy rápido y la foto no se puede quedar fija. Hoy el tema de los anticonceptivos se ha visto anulado por nuevos problemas al pairo de la sexualidad, como el aborto, la reproducción asistida o los vientres de alquiler, lo que nos da la idea de los cambios que afronta el siglo XXI”.
En todo caso, tiene sus dudas sobre si Francisco puede propiciar algún tipo de ‘actualización’. “El Papa tiene una contestación interna muy grande y no es feminista, aunque haga pequeños gestos en pro de las mujeres. El número de hijos en un matrimonio depende de los esposos, que son los que calculan cuántos desean, pero hay que reconocer que la esposa, la compañera o la amiga se ven más especialmente afectadas. Mientras que en el gobierno eclesial no haya más personas casadas, especialmente mujeres, el tema no se abordará, pues no es lo mismo conocer los asuntos de oídas que vivirlos. Además, el sentido de los fieles acabarán marcando el paso”.
Ella, además, lo ha vivido en carne propia. Madre de seis hijos, recuerda que el Vaticano II, que ella conoció siendo una veinteañera, “hablaba de la conciencia bien informada”, y en aquella misma década de los 60, “los matrimonios jóvenes nos encontrábamos con el reciente descubrimiento de una píldora que nos permitía regular los nacimientos. Tras la II Guerra Mundial, las mujeres habían conocido el trabajo fuera de casa, sabían del valor de una buena preparación académica y los hogares en las ciudades eran más pequeños. Todo esto influyó, y la publicación de la encíclica, tras un período permisivo, cayó como una bomba en nuestros matrimonios, con el resultado de una natalidad bajísima”.