La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) ha celebrado en Salamanca sus Cursos de Verano, bajo el lema ‘Ante el futuro del trabajo: fraternidad y justicia’. Las jornadas han combinado oración, diálogo y profundización y han reunido a más de 300 personas de 42 diócesis.
La jornada matutina de hoy, 20 de julio, ha contado con la presencia del obispo de Salamanca, Carlos López Hernández, que dirigiéndose a los participantes les ha animado a “potenciar la dimensión social de la fe, como nos alienta el papa Francisco, y a asumir los desafíos en materia de formación para el laicado presente en todo el mundo”.
La HOAC ha redactado un documento final denunciando hechos como que “el trabajo ha ido pasando progresivamente de ser un bien para la vida a ser un instrumento para la producción, cuya deshumanización coloca a la persona en una peligrosa situación de vulnerabilidad y exclusión social”.
Los trabajos de esta semana del movimiento de Acción Católica especializada han reflexionado sobre la precariedad laboral de los trabajadores, con la degradación de la empresa y de la economía que ello conlleva. Por ello, han lanzado un mensaje invitando a la sociedad a asumir un “compromiso sindical en la pobreza y en la debilidad del mundo obrero, para ser testigos vivos de un proyecto de humanización, uniendo amor y justicia, apostando por el papel estratégico de las organizaciones de trabajadores, pilares fundamentales de la democracia que, mediante el diálogo social y la negociación colectiva, construyen sociedades más justas”.
Ayer por la tarde, tras la celebración de la eucaristía, la HOAC hizo un gesto público la plaza de Anaya de Salamanca, en el que levantaron ‘El muro de la injusticia’. “Los militantes obreros cristianos queremos transformar, porque nuestra fe nos llama a exigir que el trabajo sea digno para que la sociedad sea decente”, dijeron los organizadores cuando derribaron el simbólico muro.
A continuación, alzaron una nueva construcción, porque, según indicaron, “cada cambio en nuestros ambientes y en las estructuras hace que aumente nuestra esperanza y nos anima a seguir luchando por ese trabajo digno que nos pertenece y por esa sociedad decente que necesitamos. Los trabajadores y las trabajadoras cristianas nos reafirmamos en seguir acompañando la vida de las personas y visibilizando experiencias alternativas de otras formas de vivir y de trabajar”.