Frente a la creciente ola de violencia y represión que padece el pueblo nicaragüense, con más de 300 asesinatos durante las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega, además de decenas de heridos y detenidos, “la CLAR y la vida consagrada de América Latina y el Caribe, levantan su voz para reclamar el cese inmediato de la violencia y el restablecimiento de la legitimidad, de la justicia y del orden democrático”.
A través de un comunicado de prensa, el máximo organismo de animación de la vida religiosa en el continente latinoamericano denuncia la criminalización del derecho constitucional a la protesta, cuando se constata que “el gobierno y los grupos paramilitares se han encarnizado contra los estudiantes, los trabajadores, los pobres y la Iglesia, quienes protestan para reclamar un diálogo nacional que desencadene en un cambio democrático del actual régimen político”.
Paradójicamente, “muchos de los que hoy son perseguidos han trabajado por décadas para apoyar el renacimiento de Nicaragua”, asegura la CLAR, sin dejar de señalar la responsabilidad de algunos líderes de la revolución y en especial el actual Presidente, quienes “han traicionado abiertamente el proceso y se erigen hoy como los represores de turno”.
Ante el dramático derramamiento de sangre y las múltiples manifestaciones de resistencia y lucha por la dignidad, la CLAR se solidariza “con la voz profética que la Iglesia, obispos, laicos y consagrados, ha dejado escuchar con claridad y determinación”, por la cual se han convertido en objetivo de los ataques del gobierno y los grupos paramilitares que apoyan el régimen.
De ahí que la CLAR hace un llamado únanime, con los creyentes de otras Iglesias y religiones y aún con los no creyentes de Nicaragua, “para pedir el cese de la represión”, lo cual se traduce en cuatro acciones urgentes:
El comunicado de la CLAR concluye con una invitación a los consagrados de América Latina y el Caribe y a toda persona de buena voluntad, “a unirse en oración solidaria y comprometida por este país”.