Cono Sur

Chile: los laicos de Osorno esperan acordar prioridades con el administrador apostólico

  • El obispo Jorge Concha visita las comunidades y escucha a sus integrantes sin pauta previa ni otro objetivo que no sea conocerles
  • Movimiento de laicas y laicos de Osorno expresan su disposición a trabajar con el obispo, aunque no coincidan sus diagnósticos y subsistan discrepancias





Jugaron un rol decisivo en el rechazo al obispo Juan Barros, en la diócesis de Osorno, y se mantienen unidos para continuar el diálogo con el obispo Jorge Concha, Administrador Apostólico nombrado por el Papa Francisco hace tres meses. También han contagiado a muchos en decenas de ciudades del país logrando extender la posición de crítica al estilo autoritario, sin transparencia y alejado de la verdad que ha originado las actuales denuncias de encubrimiento de la justicia civil.

El Movimiento de laicas y laicos de Osorno sigue activo. Las condiciones en la Iglesia de Osorno han cambiado, reconocen sus dirigentes. “Con un administrador que no revictimiza, que no da antitestimonio, lo que nos corresponde es hacernos cargo de lo que denunciamos”, afirma Juan Carlos Claret, vocero del Movimiento, consultado por Vida Nueva. “Durante 3 años dijimos que debíamos estar con las víctimas, continúa. Por eso estamos en un proceso de discernimiento para definir el mejor modo para hacernos cargo de las víctimas. Si Concha se anima e institucionaliza una instancia de escucha, estar ahí. Si necesita personas que hagan clases de prevención de abuso, nos podemos capacitar para colaborar. Nuestra posición actual es estar en todo lo que vaya en esa dirección porque el capítulo de la denuncia se cerró, pero se está iniciando un nuevo capítulo que es el de hacernos cargo”, asegura Claret.

Escuchar a las comunidades

El obispo Concha ha asumido una diócesis que debe conocer, tomar su ritmo pastoral y, sobre todo, hacer frente a la profunda división que se generó a causa de su antecesor.

“Su gestión hasta ahora es ir conociendo su diócesis, lo que es comprensible, expresa Claret. Hemos escuchado que a un obispo le aconsejan dedicar el primer año a conocer y el segundo a tomar decisiones. Eso es en condiciones normales que no son las nuestras. Concha ha ido a escuchar a las comunidades, lo que no veíamos hace tres años. No ha tenido un discurso prefabricado ni otro objetivo que no sea empaparse de lo que está ocurriendo. Eso lo apoyamos. Nos deja contentos lo que está haciendo. Sin embargo, esto no puede enredarnos en una inacción, por lo que creemos debe tener un plazo próximo para que todos quedemos en condiciones de dar testimonio de lo que creemos, el Señor Jesús del Evangelio. Esperamos a comienzos de agosto conocer la hoja de ruta y las prioridades del Administrador Apostólico de manera de conocer cuál es el terreno en que nos moveremos”.

¿Hay avances hacia el reencuentro diocesano?

Estamos estancados en el reencuentro y en el avance en la diócesis. Porque la reconciliación parte de la verdad, la justicia y la reparación y no ha habido nada de eso. No ha habido esclarecimiento de hechos, pese a intentos que hemos hecho con el obispo Jorge Concha, porque él tiene como prioridad, y le encontramos razón, conocer la diócesis. Él ha palpado la división y lo que estuvimos viviendo, y lo ha dicho. Tenemos claro que necesitamos esperar a que tenga un panorama de la diócesis, pero estamos lejos de que eso signifique una inmediata reconciliación.

¿Cuál es la posición de ustedes frente a la actual situación?

Vemos dos fases. La primera es continuar el proceso de discernimiento para ver hacia dónde vamos, cuál es el desafío en el actual escenario. En enero del 2015 cuando se nombró a Barros y luego en marzo cuando se impuso, nos preguntamos ‘¿qué haría Cristo en nuestro lugar?’ y actuamos en consecuencia. Ahora, julio del 2018, tenemos que volver a hacernos esa pregunta. Nos ha costado afrontarla. Si demoramos en tener una respuesta no lo consideramos negativo porque el ejercicio de juntarnos cada semana nos ha llevado a intensas discusiones que enriquecen este proceso de búsqueda.

Para una segunda fase, tenemos claro que el obispo Concha no tiene margen para la discreción. Todos los pasos que demos a partir de ahora deben llevar al fin de la cultura del abuso, encubrimiento, manipulación de conciencia y sicología de elite. Lo que el obispo haga en esa dirección tendrá todo nuestro apoyo, sea como organización o como agentes pastorales en nuestras respectivas parroquias. En todo lo que haga en otra dirección o deje de hacer, nosotros seremos molestos como una ‘pulga en el oído’. Se lo hemos dicho. En este actuar sin margen de error no basta la declaración de intenciones. Si hay cosas que habrá que presionar por vía judicial o administrativa, estamos disponibles para eso. No descartamos acciones judiciales respecto a la responsabilidad del obispo Barros, por ejemplo.

¿Cuáles serán los próximos pasos?

Lo primero es esperar que Concha termine de escuchar. Nosotros marcamos una postura contra Barros, pero no somos toda la diócesis. Creemos que es bueno que escuche lo más posible a todas las comunidades y se haga un panorama completo. Una pausa será la asamblea plenaria de obispos la próxima semana.

El paso que sigue será socializar con Concha un plan de acción, en virtud del diagnóstico que él se haya hecho. Debe incluir cómo hacernos cargo de lo que hemos denunciado. Incluso si el diagnóstico del Administrador no coincide con el que nosotros tenemos, igual debemos trabajar con él y esa es nuestra motivación. Hay que reiterar que nosotros no queríamos a Barros como obispo porque entrega un antitestimonio severo que paralizaba la diócesis y desacreditaba la buena noticia que tenemos que anunciar. Pero esta no es la situación de Concha. Por eso, aunque él no estuviera de acuerdo o discrepara del diagnóstico que tenemos, estamos disponibles para trabajar con él. Creemos que en el encuentro del trabajo conjunto podemos ir generando aproximación y llegar a dialogar con un pastor con el que nos podemos desafiar mutuamente y trabajar juntos, aunque no coincidamos en todo, por un bien mayor que es el anuncio del Evangelio.

Vivimos un kairós

Juan Carlos Claret ha jugado un rol importante en la expansión de los planteamientos de su movimiento que ahora integra la Red de Comunidades de Laicas y Laicos de Chile. Esta red ha tenido algunas manifestaciones públicas como la reciente en la Catedral de Santiago expresando el rechazo al cardenal arzobispo Ricardo Ezzati. La red se dio a conocer a través de una Carta Fundacional divulgada en mayo pasado en la que afirman que nacen como reacción a la crisis de la Iglesia chilena. Afirman que su objetivo es generar espacios de reencuentro y diálogo “en un contexto social, cultural y eclesial donde prima la desconfianza y la descalificación, pero donde se abren espacios para organizar la esperanza y ser testimonios de la utopía del Reino”.

Más adelante expresan: “Hoy vivimos un ‘tiempo propicio’ – un kairós– para proponer nuevas maneras de ser iglesia seguidora del Nazareno, al servicio de los más pobres y excluidos, aquellos que la ‘cultura del descarte’ dejó en los márgenes de nuestra sociedad”.

También agradecen “el compromiso y la valentía de quienes han sido víctimas de los abusos de poder y han dicho basta. Con terca esperanza han decidido vencer el miedo y organizarse desde sus comunidades locales de Osorno, Talca, y Santiago, entre otros”. La Carta Fundacional concluye con un llamado a perder el miedo y actuar en la “construcción de una iglesia al servicio de los más pequeños, que sea “sal y luz en el mundo” y signo de esperanza para nuestro tiempo”.

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