Empezó haciendo informativos en la radio y luego le atrapó el entretenimiento. Primero como guionista de ‘Supervivientes’, y después como director de ‘Hable con ellas’… Es la presencia que cada tarde reconviene a los tertulianos de ‘Sálvame’ y los sábados en su versión ‘Deluxe’, e incluso ha sustituido a los presentadores habituales. Ahora, cada tarde, cuando cuelga sus trastos de director, presenta ‘Aquí hay madroño’ en Telemadrid, junto a Carmen Alcayde.
PREGUNTA.- ¿Cómo se lleva el maratón de dirigir un directo de cinco horas y presentar ‘Aquí hay madroño’?
RESPUESTA.- Estoy estructurando mi cerebro. Además, ambos programas no tienen nada que ver. ‘Sálvame’ tiene sus propias historias y personajes y ‘Aquí hay madroño’ es corazón más tradicional. Nos reímos con los protagonistas, no cuestionamos a nadie… Por la mañana, soy el demonio; y por la tarde-noche, un angelito.
P.- ¿Qué diferencia fundamental hay entre el mítico ‘Aquí hay tomate’ y ‘Aquí hay madroño’?
R.- Lo único en común es el símil del título. ‘El tomate’ es ácido y ‘El madroño’ es dulce. Es solo un juego de marketing, porque han pasado diez años del programa y estamos en otra galaxia en la información del corazón.
Amores y odios en ‘Sálvame’
P.- En ‘Sálvame’, pensamos que todo está pactado…
R.- (risas) Pues no hay nada pactado. Todo sale improvisado. Ellos no son actores, y ese es el éxito del programa. Es como un grupo de colegas, como de compañeros de clase, que se enfadan, se aman, se odian, se reconcilian, luego se ponen mensajes hasta las tantas de la madrugada si han discutido. Se quieren. Unos más que otros, pero se quieren.
P.- ¿Qué personaje del ‘cuore’ es su debilidad y a quién no soporta?
R.- Mi debilidad es, quizá, Rocío Carrasco, porque trabajé con ella y luego forjamos una amistad. Y no soporto a muchos, pero si me dan juego, me parecen bien. María Antonia Iglesias decía que el odio es un sentimiento demasiado importante para sentirlo por cualquiera, y me aplico la máxima.