“Por ahora no he podido ir a la zona cero. Me han aconsejado que no me moviera, para no interferir en el rescate”. De esta manera, el cardenal arzobispo de Génova, Angelo Bagnasco, expresa su impotencia por no poder acompañar aún más de cerca a las víctimas de la tragedia del puente derrumbado que se ha cobrado, al menos, una treintena de vidas.
En una entrevista al diario Avvenire, el purpurado reivindica que “es la hora de la responsabilidad”. “Es inevitable preguntar cómo fue posible y porqué sucedió lo que hemos visto”, comenta Bagnasco, que deja caer que “lo que ha ocurrido significa que no se ha hecho lo suficiente, es necesario elevar el umbral de la seguridad”.
Disponibilidad inmediata
Sobre cómo ha reaccionado la Iglesia ante la catástrofe, el cardenal confirma que “hemos mostrado nuestra disponibilidad inmediata para acoger a cualquier damnificado por lo sucedido en el puente, las autoridades saben que tenemos varios lugares listos y los sacerdotes de la zona, con quienes ya están en contacto, han comenzado a trabajar. La cercanía de los párrocos con su gente, de una manera concreta, humilde y cotidiana es conocida por todos los genoveses. Vayan o no vayan a la iglesia, saben que pueden llamar a la puerta de la parroquia y se les abrirá”.
En la entrevista, Bagnasco también aborda la cuestión de Dios en medio del drama. “Está en la cruz, allí Jesús nos precedió y nos espera“, alienta el arzobispo, que considera que acontecimientos como éste “nos ayuda a ser más humildes, a no sentirnos dueños de nada, mucho menos de nuestra vida. Tenemos que tener una mayor conciencia de que somos frágiles, pero también de que hay algo más allá de lo material”.
