“Mientras encomiendo a Dios a las personas que han perdido sus vidas, expreso mi cercanía espiritual a las familias, los heridos, los desplazados y todos los que están sufriendo a causa de este suceso dramático”. Con estas palabras, el papa Francisco, se solidarizaba con los damnificados del derrumbamiento del puente de Génova durante el rezo del Ángelus que ha presidido en la Plaza De San Pedro.
“Os invito a uniros a mí en oración, por las víctimas y por sus seres queridos”, propuso el Papa a los presente para a continuación rezar juntos el Ave María.
Un persona de su tiempo
Junto a esta plegaria, el Papa centró sus palabras en la festividad de la Asunción en presentar a María como “una mujer normal de su tiempo” que “rezó, cuidó de la familia y del hogar, asistió a la sinagoga”. “Cada acto diario lo hacía siempre en completa unión con Jesús”.
“La maravillosa realidad de la Asunción de María manifiesta y confirma la unidad de la persona humana y nos recuerda que estamos llamados a servir y glorificar a Dios con todo nuestro ser, cuerpo y alma”, reflexionaba el Papa para subrayar que “servir a Dios solo con el cuerpo sería una acción esclava, servirlo solo con el alma estaría en contradicción con nuestra naturaleza humana”. Frente a esta dicotomía, Francisco propuso vivir desde “un alegre servicio a Dios, que se expresa también en el servicio generoso a los hermanos”.