“Poder ser asesinada por mi fe era algo que sonaba a ficción cuando estaba en mi casa, pero, cuando llegué a la Universidad, se convirtió en una realidad”. Así es como vamos al 2 de abril de 2015, Jueves Santo. A primera hora de la mañana, cuatro terroristas de Al Shabab entran en la Universidad de Garissa, en Kenia. Esta región norteña, cercana a Somalia, sufre la mayor presión de fundamentalismo islámico. El campus representaba un lugar educativo donde jóvenes cristianos y musulmanes se preparaban para construir un futuro juntos. Por eso, para ellos es una amenaza.
Entraron en la capilla, donde algunos universitarios cristianos empezaban cada día juntos en oración. Les asesinaron a todos. A continuación, fueron por las residencias del campus preguntando por los cristianos. Entraron en las habitaciones y en las aulas. El pánico corrió por toda la Universidad. “Cristianos a la izquierda, musulmanes a la derecha”, gritaban enloquecidos los terroristas.
“Yo estuve escondida horas en un armario”, cuenta Christine Anyango, de 23 años, estudiante de Pedagogía en la Universidad de Garissa y superviviente del atentado. Suya es la frase que encabeza este reportaje. “Tuve un miedo horroroso… Oía disparos, gritos, sollozos. Oía la voz de compañeros que conocía y a los que podía identificar, implorando que no les mataran“.
Muchos cristianos respondieron a las interpelaciones de los terroristas diciendo que eran musulmanes, pero los islamistas les hicieron recitar el Corán y así descubrieron que no lo eran. En otras ocasiones, les preguntaban por el significado de ciertas palabras islámicas, pero no sabían qué responder. A continuación, les acribillaban a tiros.
En las 12 horas que duró el asedio murieron 147 personas. Muchos se hicieron pasar por muertos manchándose con la sangre de sus compañeros, otros muchos murieron desangrados en el suelo.
Christine perdió a dos buenos amigos de familias extremadamente pobres como la suya. “Yo rezaba a Dios a través de Jesucristo para que salvara mi vida. Tras el atentado, he aprendido que los cristianos tenemos que permanecer fieles a Cristo incluso ante la muerte. Debemos estar siempre preparados porque nadie conoce la hora de su muerte y no debemos cuestionar a Dios cuando estos hechos ocurren“.
El ataque a la Universidad keniana de Garissa es el más mortífero de Al Shabab, después del asalto al centro comercial Westgate de Nairobi en 2013 y en el que murieron 67 personas. En este, como en otros países de África, las iglesias son frecuentemente atacadas y los musulmanes radicales odian con vehemencia a los cristianos. Christine lo tiene claro: “Este es el tiempo de la persecución y nuestra fe debe permanecer aún más fuerte”.