La Comunidad de Sant’Egidio celebró ayer, 16 de agosto, una ofrenda floral para recordar a las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils en el primer aniversario de la trágica fecha. La ofrenda se realizó ante el mosaico de Miró, en Las Ramblas, y posteriormente los asistentes se dirigieron a la basílica de San Justo y Pastor para realizar una oración por la paz.
Jaume Castro, responsable de la Comunidad de Sant’Egidio en Barcelona, recuerda para Vida Nueva cómo fueron los primeros momentos de incertidumbre tras conocer la noticia del atentado en la popular calle barcelonense: “Me encontraba reunido con miembros de la comunidad, era un jueves y, un grupo de Sant’Egidio tenía que ir a Las Ramblas a encontrarse con nuestros amigos de la calle para repartirles sopa y ofrecerles amistad, como hacemos cada semana. El primer sentimiento fue de preocupación, pensando en todos ellos”.
Tras estos primeros momentos de conmoción y de localizar a los voluntarios que se dirigían a su tarea semanal, se vieron en la obligación de cancelar la oración porque el centro de la ciudad resultaba inaccesible, nunca antes habían tenido que postponerla y menos por un motivo así.
Al día siguiente, retomaron la oración comunitaria a la que se sumaron muchas personas, “juntos rezamos por la paz, este ataque lo que quería era minar la convivencia, pero a pesar de la violencia y del gran miedo que había en aquel momento, la respuesta era estar juntos. Fue un momento de reafirmar el convencimiento que tenemos en Sant’Egidio: solo el diálogo y la integración abren el camino de la paz”.
Una semana después, Barcelona recibió a más de 500 jóvenes de la Comunidad de Sant’Egidio, para el VII Encuentro Internacional de Jóvenes Europeos por la Paz, jornadas organizadas desde el año anterior y que se encontraron con el ambiente postatentados que vivía la ciudad.
“El Encuentro tuvo una gran paradoja: los atentados fueron realizados por chicos muy jóvenes, mientras que el lema del encuentro era ‘Más jóvenes, más paz’. Y fue una verdadera afirmación de que los jóvenes son un futuro de paz y de que es necesario unirse, ser muchos más, para que esta propuesta de paz llegue a todos”, señaló Castro.
“Para construir la civilización de la convivencia, de la que habla Andrea Riccardi, y poder hacer un mundo más justo, tenemos que empezar por escuchar a los más pobres, a los niños, ancianos, refugiados o víctimas para hacer realidad el grito de no a la violencia, no a la guerra, no a la injusticia”.
El responsable de Sant’Egidio en Barcelona señala que los posos del Encuentro de Jóvenes se han reflejado a lo largo del año, porque muchos jóvenes de la ciudad “comprendieron la necesidad de tener más responsabilidad en los distintos servicios de la comunidad y se sumaron a las Escuelas de la Paz con los niños de los espacios populares, a las actividades con los amigos de la calle, con los ancianos, refugiados”.
“Un año después, pienso que es un momento para decir que la diferencia nos enriquece, nos hace estar más seguros y nos hace abrazar el mundo cada día”, concluye Castro.