América

25 años del encuentro de Juan Pablo II con las etnias de América

  • El primer Congreso Pastoral de Pueblos Originarios de México y América Latina hace un balance del acompañamiento pastoral de los pueblos indígenas, frente al florecimiento de iglesias autóctonas
  • De cara a los clamores de la tierra y de los pobres, los participantes asumen la Iglesia se suma a la lucha por la vida de los pueblos y de la Madre Tierra





Mérida, la capital del estado mexicano de Yucatán, recibió el Primer Congreso de Pastoral de Pueblos Originarios de México y América Latina, que del 7 al 11 de agosto reunió a 550 participantes de Argentina, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México y Panamá –entre ellos, varios obispos– para conmemorar los 25 años del encuentro de Juan Pablo II con las etnias de América en Izamal, en su paso por Mérida en 1993, antes de participar en la Jornada Mundial de la Juventud en Denver (Estados Unidos).

Florecimiento de iglesias autóctonas

El encuentro, situado en la antesala de la celebración de los 500 años del ‘hecho guadalupano’, ha sido palco para “testimoniar la vida y la lucha de los pueblos indígenas y para impulsar el acompañamiento pastoral de estas luchas”, de cara al “florecimiento de las iglesias autóctonas”, según refiere el comunicado conclusivo dado a conocer por el CELAM.

De este modo, la riqueza y la diversidad de las culturas originarias, con sus lenguas, costumbres y tradiciones religiosas, visibilizaron los “modos propios de entender y vivir con Dios, con los demás seres humanos y con la Madre Tierra”, sin desconocer, por otra parte, las “espinas que llenan de dolor y tristeza” la vida de los pueblos indígenas.

De este modo, al tiempo que se reconocen importantes avances en los procesos de evangelización, también se constata que no son suficientes ni están “a la medida de los que los pueblos y los signos de los tiempos exigen”, afirman los organizadores, en cabeza del obispo responsable de la pastoral de pueblos originarios y afromexicanos de México, José de Jesús González Hernández, y el presbítero secretario de la comisión episcopal para la pastoral social de la conferencia el episcopado mexicano, Rogelio Narváez Martínez.

Los clamores de la naturaleza y de los pobres

“Han resonado en nosotros los clamores de la naturaleza y de los pobres y estamos dispuestos como Iglesia a asumirlos en nuestra acción pastoral y a sumarnos a su lucha por la defensa de la vida de los pueblos y de la Madre Tierra”, han proclamado los participantes del congreso.

Víctimas y testigos del modelo globalizante neoliberal, a lo que se suma la corrupción y la violencia –especialmente contra los líderes comunitarios–, los pueblos originarios denuncian el “pecado sumemente grave” que representan los megaproyectos extractivistas y sus agresiones al tejido social de las comunidades, bajo formas agresivas de despojo, explotación y descarte que, además, destruyen los bienes de la creación.

Compromisos “para que los pueblos tengan vida”

Ante estas desafiantes realidades, la pastoral de los pueblos originarios en América asume seis compromisos a favor de la vida, la dignidad y la originalidad de las iglesias autóctonas:

1. “Recuperar los valores culturales y espirituales que se han perdido o menguado en nuestros pueblos” 

2. “Asegurar la continuidad de los procesos de liberación e inculturación, reconociendo la siembra de Dios y el cultivo de la religión popular de los pueblos. 

3. “Educarnos mutuamente desde la familia, las comunidades y pueblos aceptando que la gente forma a sus pastores para el buen convivir entre nosotros, con la Madre Tierra y con Dios”. 

4. “Actuar como iglesia particular autóctona en unidad de fe dentro de la diversidad de carismas, servicios y culturas”. 

5. “Incidir en la sociedad con la fe, sabiduría ancestral y participación ciudadana sobre las políticas públicas, conociendo las leyes que afectan la causa indígena y proponiendo acciones concretas con las que nuestros pueblos sigan afrontando sus problemas y tengan vida digna y vida en abundancia”. 

6. Organizarnos como pueblos y como Iglesia para defender, ampliar y plenificar la vida.

Como anfitrión, el arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, quien también es el presidente del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM, participó en cada uno de los momentos del congreso.

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