Admite que “el cuerpo sigue siendo sospechoso” en la cultura cristiana. Por eso, el extremeño Luis López González (Mérida, 1961) nos invita a leer la Biblia con toda su “magnífica sensorialidad”, para comprobar que “la persona es una unidad indivisible”. Y así lo pone de manifiesto en su último libro: ‘La sensación de Dios. Cuerpo, Biblia y oración’ (San Pablo). Director del Máster en relajación, meditación y ‘mindfulness’ de la Universidad de Barcelona, donde se doctoró en Psicología, este licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y diplomado en Ciencia Religiosas nos propone en sus páginas “integrar el cuerpo en la oración” a través de: ‘espiración’, ‘relajación’, ‘voz’, ‘conciencia sensorial’, ‘postura’, ‘energía’ y ‘movimiento’. Una práctica en la que iniciarse (y ejercitarse) sin prisas durante este tiempo estival.
PREGUNTA.- ¿Se han reconciliado definitivamente cuerpo y espíritu en la cultura cristiana?
RESPUESTA.- En mi opinión, creo que no, pero estamos en camino de hacerlo. Y eso que es la religión cristiana la que más habla del cuerpo en su liturgia, en su antropología teológica y en cristología. De hecho, “creemos en la resurrección de la “carne”. Cuando catequistas, sacerdotes y religiosos hagan dicha integración consigo mismos, se lo trasmitirán a los demás.
El cuerpo sigue siendo sospechoso. Niños de familias cristianas pueden ver y usar la violencia en juegos de matar; en cambio, cualquier desnudo en televisión, por ejemplo, es más preocupante para los padres.
P.- ¿Por qué la oración cristiana ha sido siempre tan mental y estática, mientras judíos y musulmanes emplean más su cuerpo en ella?
R.- Creo que es debido, por una parte, al miedo a la experiencia individual y directa con Dios que ha tenido la institución eclesial. Por otro lado, hay que decir que en Oriente el cuerpo se integró y sigue integrado en sus Iglesias. La ‘Filocalia de la oración de Jesús’ es un buen ejemplo de que ha habido una espiritualidad corporal. Ahí encontramos la integración de la respiración en la plegaria contemplativa: ‘Señor, Jesús’ (durante la inspiración), ‘ten piedad de mí’ (durante la espiración).
Asimismo, santo Domingo proponía nueve modos de orar en los que la postura es esencial.
P.- ¿Qué papel debería jugar nuestro cuerpo a la hora de comunicarnos con Dios?
R.- Sin querer, cuando hablamos de cuerpo, lo contraponemos al alma. Las cosas no son así en la antropología judeo-cristiana. Basta leer la Biblia para comprobar que, dependiendo de lo que esté haciendo el creyente, se usa una palabra u otra para aludir a “cuerpo”. La persona es una unidad indivisible. En mi libro propongo integrar el cuerpo en la oración a través de: ‘espiración’, ‘relajación’, ‘voz’, ‘conciencia sensorial’, ‘postura’, ‘energía’ y ‘movimiento’.
P.- ¿Cómo nos puede enseñar la Biblia a vivir la fe con los cinco sentidos?
R.- Pues a leerla de manera corporal. ¿Cómo? Dejando que nuestro cuerpo se ponga en situación con lo que dice la Biblia. Fijándonos en la magnífica sensorialidad que hay en ella, sobre todo en los libros sapienciales y en los salmos: “Gustad y ved qué bueno es el Señor” (Sal 34, 9), pero muchísimo también en los evangelios. Toda metáfora y alusión al cuerpo, la naturaleza y el universo es precisamente para que no busquemos a Dios con la cabeza, sino desde el corazón. La contemplación cristiana se hace con todo el ser corporal que somos, desde el amor que nuestro corazón recibe de Dios.
P.- ‘Focusing’, ‘eneagrama’, ‘bibliodrama’… Cada vez son más las técnicas y recursos a nuestro alcance para “sentir” mejor nuestra relación con Dios. ¿Sobran medios y falta tener claro el fin?
R.- En este caso, creo que no sobran medios catequéticos y contemplativos de “nueva generación”. Las tres “técnicas” que menciona, por ejemplo, son desconocidas por la mayoría de creyentes. Cuando uno integra el cuerpo en su búsqueda de Dios, se abren nuevos horizontes en la oración y contemplación. Si se renuevan los medios en la exégesis y en la teología, ¿por qué no hacerlo con los medios psicocorporales? Aunque tengamos claro el fin, hay que abrirse a nuevas cosas.
P.- ¿A quiénes puede ayudar su libro?
R.- Pues a cualquier persona que desee profundizar en su fe y en su oración, y en las de los demás: catequistas, sacerdotes, religiosos y religiosas, personas que ayudan en la liturgia, acompañantes espirituales…