“Desgraciadamente algunos catequistas, delegados de la palabra o ministros de la comunión han tenido que salir del país”, dijo el cardenal Leopoldo Brenes a los periodistas. A fines de julio, el cardenal nicaragüense ya había advertido que la Iglesia estaba sufriendo persecuciones por parte del gobierno de Daniel Ortega, por abrir las puertas de sus parroquias para que los heridos fueran atendidos o porque manifestaban su contrariedad a los ataques armados contra la población civil.
Costa Rica se ha convertido en el destino de la población católica que huye de Nicaragua. Brenes ha estado en contacto con el arzobispo de San José, José Rafael Quirós, “él me decía que cuando llegue un ministro de la palabra, que se identifique con el párroco, para que lo integren, esto es un gesto muy hermoso de Quirós”.
Y, “en Ciudad Quesada, la diócesis local ha creado algunos centros de refugio y clínicas por si llega un nicaragüense enfermo; en las diócesis fronterizas también lo han hecho igual”, señaló Brenes.
La archidiócesis de Abuya, capital de Nigeria, ha publicado la noticia del asesinato de Michael Akawu Shekwonugaza, párroco asociado de la parroquia de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Dobi-Gwagwalada, el pasado día 18 de agosto.
El sacerdote recibió varios impactos de bala que le costaron la vida, mientras estaba en un supermercado, realizando la compra para su comunidad, según indica el comunicado de la archidiócesis. Con este ya son tres los sacerdotes asesinados en Nigeria desde el inicio de 2018.
El presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, ha enviado un mensaje para los asistentes al Meeting de Rimini, cuyo lema de este año es ‘Encuentro de Amistad entre los Pueblos’. En las letras del político destacan frases como: “El diálogo, el deseo de conocer al otro y construir juntos en las diferencias conforman el humus de una sociedad democrática y de una comunidad unida”.
El jefe del Estado señala que “apoyar las propias ideas y afirmar la propia identidad no consiste en levantar barreras con prejuicios. Al contrario, las creencias y convicciones de cada uno enriquecen nuestro ser persona y hacen que el mundo sea verdaderamente humano”.
Matarella advierte que “la exasperación del interés egoísta, así como el conformismo mediocre, limitan nuestra mirada al futuro y nos empujan a considerar el presente como el único horizonte útil. Por lo tanto, conectar la búsqueda de la felicidad de la persona con el deseo de construir una historia mejor para uno mismo y para los demás es un gran desafío para la humanidad”.