Entrevistas

Jesús Magaña y Pilar Arango: “Llevamos a Dublín la voz de la familia colombiana”

  • Los fundadores del movimiento Unidos por la Vida participan en un panel del EMF sobre la dignidad y la belleza del amor sexual
  • Los esposos defienden la importancia de “mostrar al mundo la belleza y el gozo del amor con métodos nuevos y cercanos a la gente, en especial a los jóvenes”





Los esposos José de Jesús Magaña y Pilar Arango (tercero y cuarta en la foto, respectivamente, de izquierda a derecha), coordinadores del movimiento Unidos por la Vida, en Colombia, participan hoy, 23 de agosto, en uno de los paneles principales del Encuentro Mundial de las Familias (EMF) en Dublín, que lleva por títlulo ‘La dignidad y la belleza del amor sexual: encontrar un lenguaje nuevo para verdades antiguas”.

Jesús fundó en 1985 Vive, el primer movimiento pro-vida colombiano. Pilar, por su parte, hace parte de la red Familia Colombiana, una ONG que defiende los derechos de los padres, de cara al impacto de la ideología de género.

La familia, un patrimonio de la humanidad

PREGUNTA.- ¿Qué significa para ustedes participar en el EMF?

PILAR.- Es un honor y una gran responsabilidad. Llevamos a Dublin la voz de la familia colombiana, la familia latinoamericana. La voz de un continente que tiene sabor de familia y que lo vive en sus tradiciones, en su cultura, en sus valores. Un continente que cree que la familia vale la pena, que es un tesoro, un patrimonio de la humanidad, y que merece ser cuidada, promovida y protegida por todas las instituciones gubernamentales.

P.- Las tentativas de legalizar el aborto en los países no cesan, ¿qué papel juegan las familias católicas de cara a esta realidad?

JESÚS.- Las familias son la fortaleza más grande para acabar con esta plaga moderna del aborto. En ellas nace y se cultiva la vida. Es el lugar privilegiado en donde Dios muestra su amor creador que sustenta el universo.

Entrega total, apertura a la vida y placer

P.- ¿Cómo asumir la dimensión erótica del amor en estos tiempos sin caer en “una negación del valor del sexo humano”, como propuso en su momento Juan Pablo II?

PILAR.- La sexualidad, su belleza y dignidad es, simplemente, la continuación de un proceso de maduración integral y sana del ser humano. Es la llave de la vida y vínculo de unidad, en la que Dios Padre hereda a sus hijos, en la figura de los esposos, su esencia creadora en la procreación. 

Vivir una sexualidad en Dios es tomar y aceptar este estandarte con respeto y gratitud, y vivirlo en plenitud. Es entender que para vivirlo de manera que dignifique al ser humano, debe entenderse desde el concepto físico y espiritual en la figura de un trípode, que sería: entrega total, apertura a la vida y placer. Cuando se elimina uno de estos tres aspectos, el sentido de la sexualidad queda incompleto, se desdibuja de su verdadero fin. 

Es allí cuando puede caerse en el reduccionismo físico del placer como meta y fin último de la sexualidad, olvidándose que el placer es medio y no meta. Cuando la sexualidad se cierra a la apertura a la vida, anulamos nuestra capacidad procreadora dada como tesoro por Dios Padre, según su imagen y semejanza, a cada hombre y mujer.

Cuando la sexualidad deja de ser medio de unión e intimidad exclusiva entre los esposos, se rompe el vínculo fuerte de unidad sellado con el sacramento del matrimonio y la bendición divina, vínculo necesario para enfrentar los desafíos de la vida matrimonial, su fortaleza será heredada como legado de amor a la estabilidad emocional de los hijos.

Sexualidad y cuerpo

P.- ¿La Iglesia y, en particular, las familias católicas, han dado a la sexualidad el lugar que le corresponde? 

JESÚS.- Yo creo que desde siempre en la Iglesia la sexualidad ha sido tratada con la delicadeza y la importancia que merecen. Ante la propuesta cátara que condenaba la sexualidad y el cuerpo humano, la Iglesia con mucha fortaleza afirmó la dignidad e importancia de estos en el plan de salvación de nuestro Señor.

En nuestra época se ha dado un trabajo incesante con aportes tan significativos como los de la encíclica Humanae vitae, del beato Paulo VI, o la Evangelium vitae, de San Juan Pablo II. Los aportes de los laicos también han sido muy importantes, por ejemplo, en el terreno de la fertilidad, tenemos a los doctores Billings o los aportes del gran científico católico Jérôme Lejeune. 

Hace falta mucho todavía. Los desafíos son muy grandes por la gran confusión que el mundo moderno dentro de su inmanentismo está generando y que se han sintetizado en la ideología de género que ha sido desenmascarada y combatida muy eficazmente por la Iglesia a través de sus laicos.

Mostrar la belleza del amor

P.- ¿Qué avances se han logrado con Amoris Laetitia?

JESÚS.- Creo que como toda encíclica está asimilandose por el pueblo de Dios. La encíclica hace una radiografía muy acertada de la situación actual e invita a una nueva evangelización de la familia y desde la familia para mostrar al mundo la belleza y el gozo del amor con métodos nuevos y cercanos a la gente en especial a los jóvenes. 

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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