El presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés), cardenal Daniel N. DiNardo, respondió a la carta del papa Francisco al pueblo de Dios, a propósito del escándalo por el abuso sexual de al menos mil personas, en su mayoría niños, cometido por alrededor de 300 religiosos durante los últimos 70 años en Pensilvania, según un informe judicial.
En su carta, publicada el pasado 20 de agosto, el Santo Padre, entre otras cosas, llama a todos los miembros de la Iglesia católica a unirse en actos de oración y ayuno, así como coadyuvar para “combatir todas las formas de abuso de poder, abuso sexual y abuso de conciencia”.
Al respecto, el cardenal Daniel N. DiNardo, presidente de los obispos norteamericanos, agradece en primer lugar a Francisco no sólo haber escrito esta carta, sino el mismo hecho de que inicie con las palabras de San Pablo: ‘Si una parte sufre, todas las partes sufren con ello’ (1 Cor 12:25), pues de esta manera muestra que escribe a todos como pastor, un pastor que sabe cuán profundamente el pecado destruye vidas”.
Para el también arzobispo de Galveston-Houston, las palabras del Santo Padre son particularmente útiles, pues confía en que –como dice Francisco– “la penitencia y la oración nos ayudarán a abrir nuestros ojos y nuestros corazones al sufrimiento de otras personas y a superar la sed de poder y las posesiones que a menudo son la raíz de esos males”.
Consideró que estas palabras deben provocar acción, especialmente por parte de los obispos. “Nosotros los obispos necesitamos y debemos practicar con toda humildad la oración y la penitencia”.
DiNardo se sumó a la invitación que hizo el Santo Padre a que todos los fieles se unan en oración y ayuno, como una forma de ayudar a fomentar la conversión y el cambio de vida genuino donde sea necesario, incluso en los pastores de la Iglesia. “Un humilde recordatorio –dijo– de que tales actos de fe pueden mover montañas e incluso pueden producir una verdadera sanación y conversión”.
Finalmente, el presidente de la USCCB dijo que sus hermanos obispos son conscientes de que sólo enfrentando nuestro propio fracaso frente a los crímenes contra aquellos a quienes se nos ha encomendado proteger, puede la Iglesia resucitar una cultura de la vida donde la cultura de la muerte ha prevalecido“.