Había expectación y no ha defraudado la ponencia del jesuita estadounidense James Martin que había sido invitado para ofrecer caminos de acogida a las personas LGTBI (siglas de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales, a las que se ha incorporado la “I” de intersexualidad) en las parroquias. Unas 1.200 personas llenaron el auditorio asignado en Dublin y, tras la conferencia, grupos de familias hicieron más de tres horas de cola para poder saludar al jesuita y pedirle que firmara alguno de sus libros.
El desafío de la acogida
La acogida en las parroquias de estas personas y sus familias, es un “desafío” para Martin porque durante tiempo se han sentido como “excluidos” y “leprosos” –también dentro de las familias católicas– por lo que necesitan un “tiempo de curación que pueda inspirarlos para volver a misa, devolverlos a la fe y que vuelvan a creer en Dios”.
Algo que Martin he ejemplificado con algunos testimonios de gais que han sufrido mucho por morir sin recibir la comunión. Y es que, ha lamentado, “tristemente, gran parte de la vida espiritual de los católicos LGTB depende del lugar donde vivan”. Que algo así dependa del párroco o el estilo de la comunidad es un “escándalo” para Martin.
Tan católicos como los demás bautizados
El jesuita articuló su conferencia en torno a 6 principios para que las personas LGTBI se sientan acogidas en las parroquias:
- Recordar que, “aunque parezca obvio”, “ellos son católicos”. “Son católicos bautizados. Son tan parte de la Iglesia como los es el papa Francisco, su obispo local o su párroco”, sentenció, “y todos los católicos tienen que ser bienvenidos en la Iglesia”.
- “Ellos no han elegido su orientación”, señaló aludiendo a los estudios científicos. “No es una elección. Y no es una adicción. Por lo tanto, no es pecado simplemente por ser L.G.B.T. Mucho menos, no es algo de lo que ‘culpar’ a alguien, como a los padres”.
- “A menudo, han sido tratados como leprosos por la Iglesia”, y por la sociedad en general. En este sentido ha pedido comprender el dolor de estas personas.
- “Traen un regalo a la Iglesia”, aportan sus dones a la comunidad. Para Martin, su experiencia de haber sido marginales les puede hacer más compasivos, pueden ofrecer su perdón, su perseverancia…
- “Desean intensamente conocer a Dios”, aunque les cueste incorporar enseñanzas de la Iglesia, como cuando el catecismo les define como un “desorden intrínseco”. Aunque, “al mismo tiempo, muchos no están tan centrados en esas partes de la tradición como la gente piensa”, sentenció. “Muchos quieren algo mucho más sencillo: quieren experimentar el amor del Padre a través de la comunidad. Quieren encontrarse con Jesucristo en la Eucaristía. Quieren experimentar el Espíritu Santo en los sacramentos. Quieren escuchar buenas homilías, cantar buena música y sentirse parte de una comunidad de fe. Trátelos así, no como manifestantes sino como feligreses”, señaló.
- “Ellos son amados por Dios”. Esto implica “conocerlos en la complejidad de sus vidas, celebrar con ellos cuando la vida es dulce, sufrir con ellos cuando la vida es amarga, como lo haría un amigo”. En conclusión, “ámalos como Jesús amó a las personas en las periferias: hasta el extremo”.
Decalogo de sugerencias
A estos principios básicos, James Martin ha unido 10 sugerencias concretas a partir del “respeto, la compasión y la sensibilidad” que pide el catecismo sobre la atención de la Iglesia a las personas homosexuales:
- “Examinar las propias actitudes antes las personas LGTB y sus familias”
- “Escucharles”. Escuchar sus preguntas, sus sentimientos… como Jesús a la mujer samaritana.
- “Reconocerlos como miembros de pleno derecho en la parroquia” y no como pecadores públicos católicos
- “Pedirles perdón” por las actitudes homofóbicos del pasado
- “No reducir el mensaje a los gais y lesbianas a la llamada a la castidad que todos compartimos como cristianos”
- “Incluirlos en los ministerios”
- “Reconocer sus dones individuales”, más allá de la etiqueta de su orientación sexual
- “Que toda la parroquia les de la bienvenida”, como los responsables de la acogida
- “Promocionar eventos especiales o desarrollar programas que generen ciento alcance” para que se sientan parte de la comunidad
- “Defenderlos, ser proféticos”. “Esto es parte de lo que significa ser cristiano: defender a los marginados, los perseguidos, los abatidos.”
Y es que “para Jesús, la comunidad es lo primero, y después la conversión. La acogida y el respeto, primero”, concluyó recordando a Zaqueo.