50 años después, Medellín nuevamente acoge a los obispos de América Latina y el Caribe, quienes acompañados por religiosas, misioneros, seminaristas, sacerdotes, laicos y representantes no católicos, buscan escribir nuevas páginas en la historia de la Iglesia en el continente, atendiendo el llamado del Papa a ser una Iglesia en salida, pobre para los pobres, e incorporar nuevos temas al quehacer pastoral y evangelizador.
“Este es un territorio que ha sufrido mucho, pero que también ha sabido salir adelante”. De este modo el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, dio la bienvenida a las autoridades eclesiales y participantes presentes en el Seminario Mayor durante el primer día de trabajo, haciendo, además, un recuento de los aspectos fundamentales del contexto histórico de la Conferencia de Medellín del año 68.
Voces proféticas
Para el acto inaugural, el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el cardenal Rubén Salazar, arzobispo de Bogotá, señaló que “hace 50 años los obispos de Medellín levantaron su voz profética y transformaron la historia de la Iglesia en el continente”.
El cardenal primado de Colombia informó que en esta ocasión “aquí estamos el doble de los que participaron hace 50 años”, al tiempo que expresó “quisiera que en este congreso surgiera una nueva primavera eclesial que nos ayude a todos a convertirnos”.
El caminar de cinco decenios
El Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, envió un mensaje en nombre del papa Francisco a los participantes, en el que manifestó que “el papa Francisco saluda cordialmente a los organizadores y participantes del congreso eclesial, que conmemora el cincuentenario de la celebración de la segunda conferencia de Episcopado latinoamericano”.
Para Francisco, dice Parolin, las reflexiones e intuiciones pastorales hechas hace cinco decenios “han marcado el caminar y actuar de la Iglesia de ese continente de la esperanza”. El Santo padre recordó que América Latina, además de una realidad geográfica es una comunidad de pueblos con historias propias y valores específicos, con problemas semejantes, y animó a reflexionar sobre la necesidad de “potenciar una evangelización y una catequesis más decisivas, que puedan renovar e inflamar el corazón de tantas personas para que se hagan partícipes de una civilización fraterna”.
Tras la inauguración, la mañana del primer día de trabajo inició con dos paneles de especialistas conformados por cardenales, obispos, religiosas y laicos, quienes ahondaron en los avances, retrocesos y nuevos escenarios en relación con el 68. Para ello, abordaron en la primera parte la situación social, política, económica, cultural y ecológica, mientras que en la segunda parte se trató la cuestión socio religiosa y pastoral en la actualidad.
América Latina: desigual, violenta, pero católica
Para Juan Luis Hernández, mexicano, politólogo y profesor de ciencias políticas desde 1995 en las universidades jesuitas de México, invitado por la Escuela Social del CELAM, hay dos acontecimientos que contextualizan este ejercicio de discernimiento: El hecho de que tengamos como guía espiritual al primer Papa surgido de esta región y la canonización de Oscar Arnulfo Romero, “ambos acontecimientos son cosecha de la siembra de 1968”.
“Muchos de los que estamos hoy aquí, somos porque Medellín fue y Medellín fue para que hoy seamos”. Así lo expresó Hernández, pero a la vez admitió que le inquieta mucho que América Latina sea escenario de una de las paradojas más inquietantes en este siglo XXI: “Podemos leerlo en los siguientes términos, América Latina: desigual, violenta, pero católica”, dijo.
Construir la memoria
Yolanda Valero Cárdenas, profesora de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, quien intervino en el segundo panel, enfatizó la importancia de construir memoria “con el fin de ayudar a las nuevas generaciones a comprender la importancia que el acontecimiento de Medellín continúa ofreciendo a la iglesia en América Latina”.
“Medellín intuye proféticamente el compromiso con la justicia social y la producción humana, en tanto es una dimensión íntimamente unida a la tarea evangelizadora, razón por la cual la Iglesia se compromete en esa tarea para lograr ser más justa y fraterna”, apuntó la docente.
Por su parte, sl sacerdote vicentino Guillermo Campuzano, teólogo de la CLAR, docente universitario y representante de su congregación ante las Naciones Unidas, inició su intervención con la lectura de un fragmento de la carta al pueblo de Dios que el Papa publicó el pasado 20 de agosto con motivo de los abusos sexuales.
Tender puentes
En cuanto a la cuestión socio-religiosa, el sacerdote se refirió a “esa atención que el papa Francisco ha invitado a replantear, no en términos de dogma sino de solidaridad y esencialidad”, por lo cual desde la Iglesia se busca tender puentes tanto al mundo creyente como no creyente, tal es el caso, por ejemplo, de la Laudato Si’.
De igual forma, frente al acceso a las tecnologías –más del 60% de la población– afirmó que “ya la Iglesia pierde la posibilidad de hacer control, de decir lo que entra y no entra, con quien se dialoga y con quien no. La virtualidad bajó las defensas de su propia experiencia de fe y frente a esa realidad estamos nosotros”.
Durante la jornada de la tarde se reunieron las 22 comunidades de trabajo donde se expresa el espíritu comunitario que marcó la Conferencia de Medellín, para realizar un análisis pormenorizado desde el ver y el actuar.
Esta primera jornada fue moderada por las autoridades del CELAM, en figura del obispo Juan Espinoza, secretario general, y del presbítero Francisco Niño, secretario adjunto.