En pleno viaje a Irlanda, el mayor foco de casos de pederastia en la historia de la Iglesia, y con la resaca del informe de las diócesis de Pensilvania que recoge acusaciones a más de 300 sacerdotes, el que fuera el nuncio en Estados Unidos, Carlo Maria Viganò, filtra una carta en la que acusa al Papa de respaldar durante cinco años al que fuera cardenal arzobispo de Washington Theodore McCarrick hasta que le sancionó el pasado mes de junio retirándole el capelo por estar envuelto en varios casos de abusos sexuales.
En esta misiva de once folios, el diplomático vaticano exige la renuncia de Francisco, en tanto que le acusa de conocer la situación del purpurado porque él mismo le informó en un encuentro en junio de 2013. “Y siguió encubriento al cardenal McCarrick”, explica Viganò, a pesar, de que, según él, le informó de que el citado purpurado “corrompió a generaciones de seminaristas y sacerdotes”. El ex nuncio señala que Francisco solo tomó medidas “cuando ha sido obligado por la denuncia de un menor, y siempre en función del aplauso de los medios de comunicación”.
De esta manera, el arzobispo italiano se erige como abanderado de la lucha contra la corrupción que Francisco volvió a condenar ayer cara a cara con las víctimas de abusos en Dublín, llegando a asegurar que “ha alcanzado la cima de la jerarquía eclesiástica”. De hecho, dispara contra los secretarios de Estado de Juan Pablo II y Benedicto XVI, Angelo Sodano y Tarcisio Bertone, además del actual arzobispo de Washington, Donald Wuerl, así como al cardenal Rodríguez Maradiaga.
A la espera de un pronunciamiento oficial de la Santa Sede, lo cierto es que desde el entorno vaticano se matiza que la carta de Viganò se basa únicamente en acusaciones personales y no aporta ninguna documentación o prueba de los hechos que relata.
Pero, ¿quién es Carlo Maria Viganò? Es un arzobispo italiano de 77 años que, tras diversais misiones diplomáticas -de Irak a Gran Bretaña, pasando por Estrasburgo- fue nombrado secretario general del Governatorato de la Santa Sede en 2009. Entonces, escribió una carta al Papa alemán denunciando la corrupción en las finanzas del Vaticano así como una campaña de difamación hacia su persona. Tras filtrarse, como en esta ocasión, la Santa Sede hizo público un comunicado en el que declaraba “públicamente que esas afirmaciones son el resultado de evaluaciones erróneas o temores basados en pruebas no comprobadas”.
Solo tres años después de llegar al Governatorato, Benedicto XVI le envió como nuncio a Estados Unidos, una misión que aceptó a regañadientes. En aquel momento, el vaticanista John L. Allen Jr. -director de CruxNow y bloguero de Vida Nueva- analizó el motivo de su traslado: “No parecer ser un valiente denunciante que trata de exponer un mal proceder o la necesidad de una reforma. Los motivos parecen más bien, personales y políticos”.
Viganò fue además el muñidor de un encuentro entre Francisco y Kim Davis -funcionaria que se negaba a otorgar licencias de matrimonio parejas homosexuales-, durante su viaje a Estados Unidos, sin contar con la Santa Sede, un hecho que fue tomado como una provocación desde Roma. Este quiebro del nuncio era la guinda a unas manifestaciones públicas que le llevaron a encabezar una manifestación con las uniones del mismo sexo frente a la Corte Suprema de Estados Unidos. En enero de 2016, presentaba su renuncia preceptiva al cumplir los 75 años, que fue aceptada por el Papa argentino tan solo tres meses después.
El arzobispo Viganò forma además parte del entorno del cardenal Burke, el rostro más visible de la resistencia a las reformas de Francisco, y ha respaldado múltiples iniciativas organizadas en la que él es parte activa, como los encuentros Life Forum y uno de los prelados firmantes la declararación del pasado mes de enero que condenaba la exhortación sobre la familia ‘Amoris laetitia’. El pasado mes de junio, el ex nuncio llegó a afirmar, en una referencia velada a Francisco que, “mi gran deseo es un liderazgo fuerte en la Iglesia que nos una a todos nosotros”.