El diario francés La Croix ha publicado una entrevista realizada a la historiadora y directora de Donne Chiesa Mondo -el suplemento femenino de L’Osservatore Romano-, Lucetta Scaraffia, quien ha declarado que el clericalismo, que se originó en el celibato sacerdotal, se ve desafiado hoy en día por la secularización que ha privado a los sacerdotes del poder sobre la sociedad.
La economía impuso el celibato
PREGUNTA.- ¿Qué quiere decir el papa Francisco cuando habla de clericalismo?
RESPUESTA.- El clericalismo es el poder de los clérigos sobre los fieles y el estado de sujeción de los fieles contra los clérigos. Más que nada, es una atmósfera donde los fieles están obligados a la obediencia y respeto a los clérigos. Un respeto en el cual, debido a la historia, el celibato tiene un lugar importante. Aunque ciertamente tiene algo de misterioso: da prestigio a los hombres, que están por encima de las alegrías y las dificultades de las familias, para dedicarse al estudio y la oración, quitándose de en medio los problemas diarios que alejan de Dios.
P.- ¿Por qué señala que el celibato separa a los clérigos de los hombres?
R.- Los debates sobre el celibato sacerdotal se dan desde el siglo VII, cuando en los concilios los obispos pensaban que podía resultar peligroso imponerlo, ya que muy pocos les apoyarían. Pero más que razones para desconfiar de los clérigos por el tema de la sexualidad, son las razones económicas las que impondrán el celibato: los sacerdotes que tenían una familia estaban tentados de querer transmitir los bienes de la Iglesia a sus hijos. Por lo que era muy difícil distinguir los bienes de la Iglesia de los del sacerdote: existía el riesgo de desperdiciar los bienes de la Iglesia.
Para preservar la independencia de la Iglesia, la Reforma Gregoriana impuso el celibato del clero. Pero no siempre con éxito: en el campo, muchos sacerdotes vivían con una familia. Cuando eran denunciados, el obispo, que visitaba poco a los miembros de su diócesis, a menudo se contentaba con pedirles dinero por el precio de su silencio. Esto fue también el caso de Alemania, lo que explica el por qué, desde el principio, Lutero protestaba enérgicamente contra esta corrupción.
Debemos esperar al Concilio de Trento para una verdadera política de ‘tolerancia cero’ en esta área y también aumentó el número de visitas de los obispos por los terrenos de sus diócesis. A partir de ahí, el estado clerical se define por su diferencia con los otros fieles. Así nació la clericalización de la sociedad católica: como si el clero, a cambio de su celibato, hubiera obtenido poder sobre los fieles.
La debilidad lleva al abuso
P.- ¿Cómo implosionó este modelo?
R.- La secularización de la sociedad ha desafiado el poder social del clero. Cuando la Iglesia es marginada, los clérigos solo tienen poder sobre los que van a la iglesia. En el siglo XIX, eran principalmente las mujeres. La secularización está acompañada por la feminización. Era más fácil imponer el poder a las mujeres, menos educadas y más acostumbradas a vivir en familia bajo el poder de los hombres.
Incluso hoy en día, casi todas las que ayudan a los sacerdotes son mujeres y aceptan entrar en esta posición de inferioridad con respecto al ellos. A menudo son mujeres mayores, porque las jóvenes ya no aceptan esta sujeción. Marcel Gauchet también cree que el fin del patriarcado marcará el final de la Iglesia. El abuso sexual atestigua esta debilidad del clero: las personas vulnerables, mujeres y niños, son los únicos sobre los que se puede ejercer un poder y abusar de él.
P.- ¿Puede la Iglesia abandonar del clericalismo?
R.- Sí, pero con la condición de discutir todo con los laicos y, especialmente, con las mujeres. Incluso en cuestiones de sexualidad: la Iglesia nunca quiso enfrentar la revolución sexual de otra manera que en el nivel teológico, nunca en los niveles históricos o existenciales. Lamento que, con demasiada frecuencia, la teología del cuerpo ignore la realidad humana y la sexualidad de las mujeres.