“Cuando me reuní con Francisco, hablamos sobre Viganó, como digo en New York Times. Los delitos de abuso deben abordarse ahora. Pero personas como Viganò se aprovechan para meter su propia agenda retrógrada”, donde “los sobrevivientes no cuentan”, y cuyo último fin es “dañar al Papa”.
Esta es la denuncia, desde su cuenta de Twitter, de Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de la pederastia eclesial en Chile y que se ha convertido en todo un icono global de esta lucha tras reunirse con Bergoglio el pasado 2 de mayo en la Santa Sede. Un encuentro al que acudió junto a otras dos víctimas, José Andrés Murillo y James Hamilton, y en el que el Papa no dudó en pedirles repetidamente “perdón” tras su inicialmente fallida gestión en el Caso Barros.
Según ha reconocido Cruz en el New York Times, Francisco habría tomado la decisión de cesar a Viganò de su responsabilidad como nuncio en Estados Unidos tras un incidente que tuvo lugar en su viaje al país, en 2015, cuando, sin explicarle quién era, le situaron ante Kim Davies, una activista contra el matrimonio homosexual muy mediática debido a su beligerancia. A juicio de Bergoglio, aquello fue un intento de “sabotaje” de su visita al poner en la diana de un modo brusco cuestiones pastorales que él buscaba abordar de otro modo.
También desde la misma red social, la irlandesa Marie Collins, seguramente la cara más reconocida en la lucha contra la pederastia clerical y cuyo testimonio causó un fuerte impacto en el reciente Encuentro Mundial de las Familias de Dublín, ha dirigido una velada crítica al Episcopado estadounidense, cuyo anterior nuncio ha sido Viganò y cuya denuncia contra Francisco merece la credibilidad de varios pastores.
“Aquellos que en Estados Unidos –escribe– piensan que, tras el informe de Pensilvania y las expresiones de arrepentimiento y promesas de cambio de los cardenales y los obispos son algo nuevo”, necesitan “ver dónde estaba Irlanda hace 20 años”.