Este domingo –2 de septiembre–, el cardenal Carlos Aguiar Retes recibió de manos del nuncio apostólico en México, Franco Coppola, el palio arzobispal que lo distingue oficialmente como primado de México. La imposición tuvo lugar en la Catedral Metropolitana, y la ocasión fue aprovechada por el arzobispo para expresarle al papa Francisco su solidaridad ante las acusaciones de encubrimiento de abuso sexual hechas recientemente en su contra por el ex nuncio apostólico en los Estados Unidos, el arzobispo Carlo Maria Viganò.
Además, el cardenal Aguiar le manifestó su comunión y fidelidad, y agradeció al Santo Padre su “serenidad y paz ante las acusaciones que injustamente se le han atribuido”, al tiempo que invitó a los católicos capitalinos a unirse especialmente en oración a Dios “para que fortalezca al papa Francisco con la asistencia del Espíritu Santo, y lo llene de confianza en las palabras que Jesucristo dirigió a Pedro, y en ellas a sus sucesores: ‘Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia y los poderes del mal no la vencerán’”.
Al reflexionar en su homilía sobre la Carta del Apóstol Santiago, el arzobispo primado recordó que es fundamental para el discípulo de Cristo cuidar su interior, y no dejar que aniden en su corazón las intenciones malas: “Las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad”.
Símbolo de comunión
Franco Coppola, previo a la imposición del palio arzobispal, explicó que esta ceremonia es reciente en las Iglesias particulares, pues hasta hace unos años era el Santo Padre quien lo imponía en Roma, pero Francisco ha pedido que la imposición de este ornamento se haga en la catedral de cada arzobispo para que los fieles, los sacerdotes y obispos de la Provincia Eclesiástica puedan participar.
“El palio arzobispal –explicó– es un signo de la comunión especial que los arzobispos metropolitanos tienen con el Papa, pero también un signo de compromiso y del encargo de guardar y proteger esa comunión dentro de su Provincia Eclesiástica. Indica también una relación especial con el Santo Padre, y al mismo tiempo la misión de hacer presente la atención pastoral del Papa por todos sus fieles”.
Por su parte, el arzobispo Carlos Aguiar hizo su profesión de fe y se comprometió delante del pueblo a mantener una comunión profunda con el Santo Padre. “Con plena libertad acataré la suprema autoridad de la Iglesia en la persona del Romano Pontífice. Llevaré a cabo sus mandatos y defenderé con diligencia su autoridad. Reconoceré y acataré las prerrogativas y los oficios de los legados del Romano Pontífice que representen a la persona del Supremo Pastor. Con suma diligencia procuraré cumplir las tareas apostólicas encomendadas a los obispos, es decir, enseñar al Pueblo de Dios, santificarlo y regirlo en comunión con la cabeza del Colegio Episcopal y con todos sus miembros”, dijo como parte del juramento.
En la ceremonia estuvo presente el arzobispo emérito de México, el cardenal Norberto Rivera Carrera.