Vaticano

Francisco en Santa Marta: “Debemos reconocernos como pecadores y acusarnos a nosotros mismos, no a los demás”

  • El Papa ha advertido que “la salvación de Jesús no es cosmética, sino que transforma”
  • “Sabemos que somos pecadores y no es fácil acusarnos porque eso nos hace sentir miserables ante el Señor”, ha reflexionado en su homilía





El Papa, en la celebración de la misa matutina en la Casa Santa Marta, ha centrado su homilía en que “debemos reconocernos pecadores; sin aprender a acusarse, no se puede caminar en la vida cristiana”.

La reflexión de Bergoglio se ha basado en el evangelio de Lucas (Lc 5, 1-11), en el que Jesús pide a Pedro subir a la barca y le invita a echar las redes, logrando después una pesca milagrosa. “Hay una unción de Pedro como pescador de hombres y como pastor. Pedro sabía que el cambio de nombre que le hace Jesús, de Simón a Pedro, significaba un cambio de misión y se sentía orgulloso porque amaba a Jesús”.

“Somos pecadores”

La salvación transforma, “no es cosmética”, ha continuado el Pontífice. “Pedro le dijo a Jesús que se alejara de él porque era un pecador”, este primer paso es el ejemplo a seguir “si se quiere entrar en la vida espiritual, en servir y seguir a Jesús. Sin acusarse a sí mismo no se puede caminar en la vida cristiana”.

“Hay un riesgo”, ha advertido Francisco, “sabemos que somos pecadores y no es fácil acusarnos porque eso nos hace sentir miserables ante el Señor”. Se trata de sentir vergüenza, no con palabras sino con el corazón

El Papa ha mantenido que “debemos convertirnos y hacer penitencia”, y ha invitado a reflexionar: “Hay personas que acusan a los demás y no piensan en sí mismos; y cuando voy a confesarme, ¿cómo me confieso?”. Interpelando si las palabras tocan el corazón, Bergoglio ha añadido: “Vas allí para hacer cosmética, a maquillarte un poco para salir bello. Pero no llegó completamente a tu corazón, porque no fuiste capaz de acusarte a ti mismo”.

Y, por último, para lograrlo ha sugerido: “Preguntémonos cómo hacerlo. Pidamos al Señor la gracia de encontrarnos ante Él con este estupor que da su presencia y la gracia de sentirnos pecadores, pero concretos”.

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