Una carta pastoral de 9 páginas, con 8 acápites, ha entregado Fernando Chomalí, arzobispo de Concepción, en el centro-sur de Chile, dirigida a los católicos de su diócesis. Con el título “vivir el Evangelio en tiempos de crisis”, en ella aborda la difícil situación que vive la Iglesia chilena en estos días. La escribe “con tristeza, dolor y vergüenza, –afirma Chomalí–, pero al mismo tiempo con la convicción que las medidas a corto, mediano y largo plazo que el Papa está tomando, y nos está ayudando a tomar, lograrán alcanzar lo que la Iglesia siempre debió haber sido: un lugar donde reine la cultura del cuidado, especialmente de los más vulnerables, del crecimiento en la fe y la esperanza, y del amor a Dios y al prójimo”.
En sus primeros párrafos recuerda los hechos ocurridos este año en relación a los abusos cometidos por consagrados y que se desencadenaron después de la visita del papa Francisco al país en enero pasado. Chomalí destaca “el informe de sus enviados especiales, el arzobispo de Malta, Charles Scicluna y el oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Jordi Bertomeu”, diciendo que marca “un antes y un después en el modo de tratar las denuncias de abusos al interior de la Iglesia y en el modo de proceder”.
Desconfianza de muchos
“Este tiempo ha sido de mucho dolor, continúa el arzobispo, pero ha abierto el camino hacia la verdad”, relata. “El horror de los abusos sexuales, de poder y de conciencia, se pudieron haber evitado” afirma, reconociendo errores en el ingreso a los seminarios y en la capacidad de reacción frente a sospechas. Esto ahora pasa la cuenta no sólo a los obispos, sino a toda la comunidad eclesial. Un signo de esto es la desconfianza de mucha gente hoy respecto a quienes fueron “consuelo de los pobres y desvalidos, voz de los sin voz y columna vertebral para difundir en la sociedad valores tan apreciados como la verdad, la justicia, el perdón, la paz, el sentido trascendente de la vida y la promesa de eternidad”.
Propone en primer lugar acoger siempre a todos, primero a las víctimas. Luego reconocer que es indispensable hacer cambios. Para ello, Chomalí dice que “ha llegado la hora de dejarnos interpelar por el Pueblo fiel de Dios, nos ha recordado el Papa. Para ello hemos de transmitir con fuerza que la Iglesia es el lugar para vivir la fe en Jesucristo en un contexto de relaciones humanas sanas, serenas y maduras de cara a Dios y al prójimo”.
Reconocer el absoluto de Dios
Interpela a sus lectores con preguntas que ayudan a reconocer el absoluto de Dios y a Jesús como centro de la vida. Entonces señala que es indispensable mirar la realidad tal como es y “preguntarnos de cara a Dios si aspiramos a vivir los valores evangélicos a los que nos invita Jesús, a ser discípulos y misioneros suyos, y santos como el mismo Dios es santo. Si no lo hacemos, nuestra vida será cualquier cosa menos la que quiere Jesús y en vez de manifestar el Reino de Dios y su justicia haremos mucho daño”, plantea el arzobispo de Concepción.
Después de describir los requerimientos para su propia arquidiócesis y las medidas concretas que adoptan para abordar esta crisis, con sencillez reconoce: “He tratado de dar lo mejor de mí mismo, junto a quienes colaboran directamente en la tarea encomendada. Ciertamente me he equivocado, pido perdón humildemente”.
En su conclusión Chomalí toma las palabras del papa Francisco: “La Iglesia está llagada”, para llamar a que “ello nos debiese llevar a ser más humildes y sencillos, y a comprender y acompañar mejor los dolores de los demás. Una vez que la verdad surja y se haga justicia respecto de aquellos que han sufrido abusos, y se vuelva a repetir con claridad que no hay espacio para quienes abusan en la vida consagrada, podremos mirar el futuro con esperanza”, afirma Fernando Chomalí, arzobispo de Concepción en su carta a los católicos de su diócesis.