Faltaban diez minutos para las ocho de la mañana de este sábado 15 de septiembre, cuando el papa Francisco, procedente del aeropuerto de Ciampino, aterrizó en Catania, Sicilia, en una breve parada técnica que le llevó hasta la Piazza Armerina, en Enna, donde daba comienzo su visita pastoral a las diócesis de Piazza Armerina y Palermo con motivo del 25 aniversario de la muerte del Beato Pino Puglisi, el primer mártir del crimen organizado.
Una densa visita de doce horas en las que el Pontífice ha querido encontrarse, saludar y animar a los fieles, en primer lugar, presidir una eucaristía en Palermo, en el Foro Itálico, en memoria del sacerdote martirizado a los 56 años, encontrarse posteriormente con los sacerdotes, religiosas y religiosas y seminaristas en la catedral, y finalmente, reunirse también con los jóvenes.
La apretada agenda comenzó nada más aterrizar en una soleada mañana en Piazza Armerina, donde fue recibido por el obispo de esa diócesis y las autoridades locales. A continuación, se trasladó en coche a Piazza Europa –en un recorrido que hizo escoltado por miles de personas que le esperaban para saludarle de cerca-, donde se encontró con los fieles y donde pronunció el primer discurso de la jornada, con un sentido claramente intraeclesial y donde invitó a “ofrecer misericordia” a los más afligidos de la sociedad.
Contra la tentación de la mundanidad
Recordando las palabras que el obispo Rosario Gisana acaba de decirle con emocionado énfasis en su saludo –“la crisis de fraternidad que está afrontando la Iglesia nos pone a prueba”-, Francisco señaló que en medio de tantos problemas que afligen a ese territorio italiano, “enfrentada con tanto sufrimiento, la comunidad eclesial a veces puede parecer perdida y cansada”, aunque también recordó que “a veces, gracias a Dios, es vivaz y profética, mientras busca nuevas formas de anunciar y ofrecer misericordia sobre todo a aquellos hermanos que han caído en el descontento, en la desconfianza, en la crisis de la fe”.
“Considerar las heridas de la sociedad y de la Iglesia no es una acción denigratoria y pesimista”, les dijo Francisco, quien les instó a “mirar y tocar las heridas” de la humanidad para “comprometerse con la nueva evangelización de este centro-territorio siciliano, a partir de sus cruces y sufrimientos”.
Para esa tarea y ser una Iglesia de caridad misionera, Bergoglio les pidió “prestar atención al servicio de la caridad que hoy es requerido por circunstancias concretas. Los sacerdotes, diáconos, personas consagradas y fieles laicos están llamados a escuchar la compasión evangélica por los muchos males de la gente, convirtiéndose en apóstoles de la misericordia”, llevando “con sencillez” a todos la buena noticia de que puede haber “una convivencia justa, agradable y amable, y que la vida no es maldición oscura que soportar de manera fatalista fatalista”.
Fomentar la actitud fraterna
En clave intraeclesial, el Papa subrayó que “es importante fomentar el amor evangélico, la solidaridad y la solicitud fraterna en las parroquias y comunidades, evitando la tentación mundana de una vida tranquila”, por lo que animó a la Iglesia local “a continuar en su servicio eclesial que se expresa en obras de peso: los centros de Cáritas, en los comedores y refugios para los hermanos menos afortunados, en las instalaciones para albergar a los refugiados, en la casas para los ancianos, que están a menudo solos y desanimados”.
Pero advirtió también de un riesgo: “No se olvide que la caridad cristiana no se contenta con ayudar, sino que empuja el discípulo y toda la comunidad para ir a las causas de malestar y busca eliminarlas, en la medida de lo posible”.
Francisco no se olvidó tampoco de los jóvenes y pidió poner atención a sus problemas, por lo que les invitó a confiar en Jesús y también en la Iglesia, “llamada a interceptar sus necesidades de autenticidad y ofrecer un entorno alternativo al que se cansa cada día, dónde encontrar el sabor de la oración, de la unión con Dios, el silencio que lleva el corazón a las profundidades de tu ser y de la santidad”.
Sacerdotes en medio del pueblo
Al dirigirse a los sacerdotes, el Papa les exhortó a “estar cerca del Obispo y entre ellos”, y a permanecer también en medio del Pueblo de Dios que se le ha confiado. “Estás llamado a ser el primero en superar las barreras, los prejuicios que dividen; el primero en detenerse en humilde contemplación ante la difícil historia de esta tierra, con la sabia caridad pastoral que es un don del Espíritu; el primero en indicar los caminos a través de los cuales las personas pueden ir hacia espacios abiertos de redención y verdadera libertad”.
Finalmente, Francisco, antes de volar en helicóptero a Palermo para presidir la eucaristía, quiso recordar que Pino Puglisi, “hace veinticinco años, justo un mes antes de su asesinato, pasó unos días aquí en Piazza Armerina. Había venido a encontrarse con los seminaristas, sus alumnos en el seminario mayor de Palermo. ¡Un pasaje profético, creo! Una entrega, no solo a los sacerdotes, sino a todos los fieles de esta diócesis: ¡por el amor de Jesús, sirva a los hermanos hasta el final!”.