En su empeño por reformar la Curia romana para hacerla más ágil y cercana a las necesidades de los fieles y de las Iglesias locales, el papa Francisco ha refundado el Sínodo de los Obispos con la constitución apostólica ‘Episcopalis communio’ publicada por el Vaticano este martes, 18 de septiembre. La reorganización entra en vigor de inmediato y afecta al desarrollo de la próxima asamblea sinodal, que tendrá lugar del 3 al 28 de octubre y estará dedicada a los jóvenes, la fe y el discernimiento.
Con este nuevo texto magisterial, dividido en dos partes, una disciplinar y otra normativa, Jorge Mario Bergoglio subraya que la sinodalidad debe ser el camino a seguir para la Iglesia católica. Este objetivo queda identificado en el Sínodo de los Obispos, que continuará funcionando como un cuerpo episcopal que asiste al Pontífice, pero que a partir de ahora se convierte en una “expresión de la dimensión sinodal de la Iglesia, en la que todo el Pueblo de Dios, en la diversidad de sus miembros, viene implicado”, como explicó en la presentación del documento el obispo Fabio Fabene, subsecretario del Sínodo de los Obispos.
Esta voluntad por aumentar la sinodalidad queda reflejada en la institucionalización de las consultas a los fieles previas a las asambleas. Se fija así para próximos encuentros la experiencia realizada antes de los dos últimos Sínodos. ‘Episcopalis communio’ también plasma la voluntad del Papa de que los temas tratados no caigan en el olvido al proponer que la Secretaría General se ocupe de que las orientaciones sinodales calen en las Iglesias locales.
“Uno de los objetivos de la nueva constitución apostólica es precisamente hacer el Sínodo más dinámico y, por eso, más incisivo en la vida de la Iglesia. Este dinamismo es visible, en modo particular, en la relación de circularidad establecida entre el Sínodo y las Iglesias locales”, comentó el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos.
El purpurado explicó que esta asamblea parte “desde abajo”, desde las Iglesias locales y el propio Pueblo de Dios a través de una amplia consulta. Luego se pasa a la fase del “encuentro de los padres sinodales” para, finalmente, volver a las Iglesias particulares, donde las conclusiones propuestas por el Papa “deberán ser traducidas”. Habrá que tener en cuenta “las necesidades concretas” de cada comunidad desarrollando un “necesario proceso de inculturización”.
Baldisseri consideró que la reforma que plantea ‘Episcopalis communio’ responde tanto al Concilio Vaticano II como a las necesidades actuales de la Iglesia católica y subrayó que el Sínodo “no vive separado del resto de fieles”. Es, al contrario, un “instrumento apto” para dar voz a “todo el Pueblo de Dios” por medio de los obispos, quienes se reúnen en una asamblea que supone la “expresión elocuente de la sinodalidad”.
La nueva constitución apostólica, firmada por el Papa el 15 de septiembre, convierte en “fundamental” la fase preparatoria de los sínodos, destacó Fabene. “Toda la Iglesia está realmente llamada a participar en el camino sinodal. La propia fase de celebración de la asamblea se convierte de tal modo en el punto de convergencia de una escucha completa al Pueblo de Dios”, señaló el subsecretario del Sínodo de los Obispos.
En esta fase de consulta se contempla la posibilidad de convocar reuniones presinodales como la que tuvo lugar el pasado marzo con jóvenes de todo el mundo para preparar la asamblea del mes que viene. “Representan un modo complementario para implicar a quienes están directamente interesados por la cita sinodal y pueden ofrecer una aportación relevante”. En esa línea se encuadra el encuentro fijado para el sábado 6 de octubre en el Aula Pablo VI del Vaticano entre el Papa, un grupo de jóvenes y los padres sinodales.