El Santo Padre ha recibido esta mañana, 20 de septiembre, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a los miembros de la Asociación Nacional de Trabajadores Mutilados y Inválidos de Italia. A los que ha agradecido la labor que hacen tanto en la atención y cuidado a quien ha sufrido una mutilación o invalidez derivada del trabajo como por las tareas de promoción de la cultura de salud y seguridad laboral.
“Dios consuela a quien sufre, así como sufrió Él, y está cerca de cualquier situación de indigencia y humildad. Con su fuerza cada uno está llamado a un compromiso efectivo de solidaridad y de apoyo ante quien es víctima de accidentes en el trabajo. Apoyo que se debe extender a las familias, que sufren también y necesitan consuelo”, les ha dicho Bergoglio al tiempo que ha hecho un llamado a la sociedad para que reconozca y ayude a los que sufren accidentes laborales.
Centrándose en los recortes económicos y la escasez de recursos, el Papa ha señalado que “preocupan, con razón, a los gobiernos, pero no pueden tocar áreas delicadas como esta, porque los recortes deben referirse al despilfarro, ¡pero la solidaridad nunca debe cortarse!”. El Pontífice ha alentado a los asistentes a que cumplan con su dimensión asistencial y sean ejemplo de la sociedad.
“Que nunca falte la solidaridad y que no se permita que haya acciones pasivas sobre todo de quien puede dar una contribución más importante al mundo del trabajo, involucrándolo activamente, aprovechando sus capacidades”.
Este estilo subsidiario, mencionado por el Papa, ayuda a toda la comunidad civil a superar la dañina equivalencia perjudicial entre el trabajo y la productividad, que “lleva a medir el valor de las personas en función de la cantidad de riqueza que producen, degradando su singularidad y riqueza personal. Esta forma de actuar enferma contiene dentro de sí mismo el germen de la explotación y la esclavitud, y tiene sus raíces en una concepción utilitaria de la persona humana”.
El obispo de Roma ha querido resaltar el trabajo de la Asociación en favor de los derechos de los más débiles: “Nuestro mundo necesita más humanidad, que abra los ojos y ver que los que están frente a nosotros no son una mercancía, sino una persona y un hermano en la humanidad”.
A lo largo de los 75 años de la Asociación, que también ha trabajado mucho en lo legislativo respondiendo a las exigencias de trabajadores y a la conciencia social sobre el problema de la seguridad en el trabajo, Francisco ha agradecido su “compromiso y determinación que no tienen que ver solamente a quien ha sufrido algún accidente laboral, sino que implica a cada ciudadano, porque junto a la cultura y la seguridad del trabajo está en juego la misma sustancia de la democracia, que se funda en el respeto y la tutela de la vida da cada uno”.