“Con la figura del Papa emérito traté de crear una situación en la que yo fuera absolutamente inaccesible para los medios de comunicación y en la que quedara claro que solo hay un Papa”. Con esta contundencia, Benedicto XVI trató de explicar por carta al cardenal Walter Brandmüller -uno de los más críticos con su renuncia y con Francisco-, el porqué de su renuncia y el procedimiento que siguió.
Si hace unos días el diario sensacionalista alemán Bild daba a conocer parte del contenido de una misiva enviada por Ratzinger al purpurado que cuestionó la decisión de abandonar la primera línea de acción, hoy el vaticanista Andrea Tornielli desvela en Vatican Insider que, en realidad, Benedicto XVI envió dos cartas. Es más, el periodista asegura que “fueron divulgadas para tratar de contraponer al Papa emérito con el Papa reinante”.
El caso de Pío XII
Así, en la primera carta, Benedicto XVI rebate a Brandmüller la entrevista que concedió a un diario alemán en el que dijo que la figura del Papa emérito no existía en la historia de la Iglesia. “sabe muy bien que los papas se han retirado, aunque sea muy raramente. ¿Qué eran después? ¿Papa emérito? ¿O qué en cambio?”, le responde el Papa alemán, que reflexiona en ella sobre la intención de Pío XII en caso de que los nazis lo capturaran.
“Como usted sabe, Pío XII dejó instrucciones en caso de que fuera capturado por los nazis: que desde el momento de su captura ya no sería Papa sino cardenal. Si este simple regreso al cardenalato hubiera sido posible, no lo sabemos. En mi caso, ciertamente no tendría sentido simplemente reclamar un regreso al cardenalato”, apunta en la carta Benedicto XVI.
Duras consecuencias
Detalla además que “seguramente no habría sido sensato declarar simplemente una vuelta al cardenalato. Habría estado permanentemente expuesto al público como, precisamente, un cardenal (es más, mucho más, en él habrían visto al ex Papa). Esto habría podido conducir, queriendo o no, sobre todo en el contexto de la situación actual, a duras consecuencias”. A partir de ahí, el Papa alemán le sugiere al purpurado que “si usted conoce una vía mejor y cree poder condenar la que he elegido, le ruego que me lo diga”.
En la segunda carta, escrita como contestación a otra en la que Brandmüller le pide perdón, Benedicto XVI se muestra comprensivo con el “profundo dolor” que pudo generar el final de su Pontificado, pero lamenta que este sentimiento se haya convertido “en una rabia que ya no solo se relaciona con la renuncia, sino que se extiende cada vez más hacia mi persona y mi Pontificado en su conjunto”.