El Papa, a los jóvenes de Lituania: “Id contra la corriente del individualismo”

No ha sido una JMJ, pero casi. El mismo entusiasmo -o más-, se ha podido percibir Francisco por parte de los jóvenes lituanos que le esperaban en la plaza de la catedral de Vilna, en la primera jornada de su viaje a los países bálticos. Tras escuchar el testimonio de dos jóvenes -Mónica, que habló de la muerte de su padre, y Jonás, que compartió cómo vive la enfermedad-, el Papa quiso abrir su alocución a la multitud en tono coloquial: “He recibido vuestras palabras como un amigo, como si hubiéramos estado sentados juntos, en algún bar, contándonos cosas de la vida, mientras tomamos una cerveza o una ‘gira’ -una bebida no alcohólica típicamente polaca- después de haber ido al teatro Jaunimo”.

La vida no es teatro

Este gesto de complicidad fue correspondido por los jóvenes que escucharon cómo el Papa les recordaba que “vuestras vidas no son una obra de teatro, son reales, concretas”. A partir de ahí les invitó a “descubrir en ellas el paso de Dios… porque Dios pasa siempre por nuestras vidas” cuando se sabe tener “una mirada de fe”.

Así, les invitó a hacer memoria sobre la historia de su país y de los incendios de la propia catedral para explicarles que “la libertad de vuestra patria está construida sobre aquellos que no se dejaron intimidar por el terror y la desventura”. “No somos personas sin raíces”, añadiría más tarde.

Vivir en red

Francisco reivindicó la necesidad de vivir en comunidad, en la Iglesia, porque “nadie puede decir ‘yo me salvo solo’, estamos todos interconectados, ‘en red’”. “No permitáis que el mundo os haga creer que es mejor caminar solos. No cedáis a la tentación de ensimismaros, de volveros egoístas o superficiales ante el dolor, la dificultad o el éxito pasajero”, reivindicó el Papa, que les instó a ir “contra la corriente de ese individualismo que aísla, que nos vuelve egocéntricos y vanidosos, preocupados solamente por la imagen y el propio bienestar”.

Fue entonces cuando el Papa Francisco les presentó la santidad como meta “desde el encuentro y la comunión con los demás, atentos a sus necesidades”. Para ello, les presentó como “armas poderosas” del Señor “la presencia en el coro, la oración familiar, la misa, la catequesis y la ayuda a los más necesitados”.

Al referirse a la misa, hizo un guiño deportivo que también fue acogido por quienes le escuchaban, refiriéndose a dos equipos de baloncesto locales: “El encuentro con Jesús, con su Palabra, con la eucaristía nos recuerda que no importa la fuerza del oponente; no importa que esté primero el “Žalgiris Kaunas” o el “Vilnius Rytas”, no importa el resultado, sino que el Señor está con nosotros”.

Un mayor compromiso

Con estas premisas, Francisco les invitó a los jóvenes a poner en marcha y comprometerse con su coetáneos que “se van del país por falta de oportunidades, cuántos son víctimas de la depresión, el alcohol y las drogas”, así como con las “personas mayores solas, sin nadie con quien compartir el presente y miedosas de que vuelva el pasado”.

Consciente de que “creer en Jesús implica muchas veces dar saltos de fe en el vacío, y eso da miedo”, el Papa les animó: “Sed valientes. Seguir a Jesús es una aventura apasionante, que llena nuestra vida de sentido, que nos hace sentir parte de una comunidad que nos anima y acompaña, que nos compromete a servir”.

“No seáis jóvenes de laberinto, del cual es difícil salir, sino jóvenes en camino”, les planteó después de negarles que la vida sea como un videojuego “acotado por un comienzo y un final donde alguien gana la partida” o en la que “el cronómetro me deje fuera de la partida, o a que no pueda pasar de nivel en el juego”.