El papa Francisco ya está en Vilna, primera etapa de su viaje de cuatro días a Lituania, Letonia y Estonia. En la capital lituana, Jorge Mario Bergoglio ha mantenido en la mañana de este sábado 22 de septiembre un encuentro con las autoridades del país, a las que ha ofrecido un discurso centrado en el centenario de la independencia del Imperio ruso que celebran este años las tres repúblicas bálticas.
El siglo pasado desde entonces ha estado marcado por “múltiples pruebas y sufrimientos” que llevaron a “detenciones, deportaciones e incluso al martirio”, dijo el Papa, aplaudiendo el “alma fuerte” de este pueblo, que le permitió “resistir y construir”.
Aunque presenta hoy una población más homogénea que Letonia y Estonia, Lituania fue durante siglos un ejemplo de sociedad multicultural. “Supo hospedar, acoger y recibir pueblos de diversas etnias y religiones. Todos han encontrado en estas tierras un lugar para vivir: lituanos, tártaros, polacos, rusos, bielorrusos, ucranianos, armenios, alemanes…; católicos, ortodoxos, protestantes, viejos católicos, musulmanes, judíos…”, enumeró Francisco.
Frente a la violencia y la desconfianza
La convivencia entre estos diversos grupos fue pacífica hasta que llegaron “las ideologías totalitarias”, lamentó el Papa, que hacía así referencia al arribo a la región del nazismo y del comunismo. Ambos provocaron la quiebra de “la capacidad de albergar y armonizar las diferencias sembrando violencia y desconfianza”.
Frente a este rechazo, el Pontífice propuso “tolerancia, hospitalidad, respeto y solidaridad”, valores que están presentes en un término autóctono de los lituanos: “albergar las diferencias”. Los habitantes de este país que han sufrido en “carne propia” los intentos de imponer un modelo único pueden convertirse hoy en un “puente de unión entre el oriente y el occidente europeo” y contribuir así tanto a la comunidad internacional como, en particular, a la Unión Europea.
Finalmente, el Papa destacó que todos los conflictos “tienen soluciones duraderas” siempre que se sustenten “en el reconocimiento concreto de las personas, especialmente de las más débiles” y pidió para ello “atención a los más jóvenes” y “hospitalidad” con los extranjeros y más desfavorecidos.