Vaticano

La herida que hoy abrazará Francisco en el Museo del Genocidio de Vilnus





Uno de los hitos más esperados del viaje de Francisco a los países bálticos se producirá este domingo 23 en Vilnus, la capital de Lituania, cuando el Papa visite el Museo de las Víctimas del Genocidio. Allí encarnará lo que anunció el jueves 20 a lituanos, letonios y estonios, cuando les dirigió un vídeo de cara a su viaje y les recalcó que su presencia allí “coincide con el centenario de la independencia de sus naciones y honrará naturalmente a todos aquellos cuyos sacrificios, en el pasado, han hecho posibles las libertades del presente”.

Y es que la población de estos países conoció lo que Bergoglio denominó como “tiempos de oscuridad, violencia y persecución”, especialmente en la II Guerra Mundial, cuando la práctica totalidad de la población judía del país fue brutalmente asesinada por los invasores nazis en apenas medio año. Así, de los aproximadamente 210.000 judíos lituanos que entonces había, perecieron unos 195.000, la gran mayoría, de junio a diciembre de 1941.

Chivos expiatorios

Como ocurriera en tantos desastres históricos, aquí también se utilizó la técnica del chivo expiatorio para justificar todo tipo de atrocidades. Desde el primer día de consumar su invasión, los nazis difundieron la imagen del pueblo judío como el gran culpable de que, apenas un año antes, Lituania fuera anexionada por el régimen soviético.

En su mensaje grabado, Francisco parecía hacer referencia a este episodio (y a muchos otros marcados por la violencia en los tres países bálticos) cuando afirma esto: “La libertad, como sabemos, es un tesoro que debe ser constantemente defendido y transmitido, como una herencia preciosa, a las nuevas generaciones”.

La llama de la libertad

Porque, como concluía el Pontífice, “la llama de la libertad no se extingue, sino que inspira la esperanza de un futuro en el que se respeta la dignidad dada por Dios a cada persona y todos nos sentimos llamados a colaborar en la construcción de una sociedad justa y fraterna”.

Como hiciera en Auschwitz, Francisco, a buen seguro, se volverá a encarnar en un pueblo sufriente. En silencio, buscando a Dios más en los abrazos que en las respuestas.

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