Con diversas actividades conmemorativas, como celebraciones eucarísticas, conversatorios y actos culturales, la Iglesia colombiana ha evocado la histórica visita de Jorge Mario Bergoglio en septiembre de 2017.
‘A un año de Francisco ¡Sigamos caminando juntos!’ fue la invitación de los obispos el pasado 20 de septiembre, cuando recordaron el mensaje de perdón y reconciliación del obispo de Roma en su paso por Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena, mediante una ‘performance’ en la que la música, la danza, las luces, y el arte, expresaron la esperanza de todo un pueblo que ha sido confirmado en la fe, con la convicción de que dar el primer paso no es suficiente para alcanzar la tan anhelada paz.
“Colombia tiene que unirse en una sola sinfonía para que pueda brillar el amor de Dios y concretarse nuestro deseo de perdón, reconciliación y paz”, dijo el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), Óscar Urbina Ortega, al referirse a los frutos y compromisos que brotaron de la visita apostólica del Papa, hace un año, cuando se hizo “cercano a cada región, a cada situación, a cada acontecimiento y a cada colombiano”.
Estos son algunos de los frutos referidos por el también arzobispo de Villavicencio, ante sus hermanos obispos y algunos representantes de la vida consagrada, el laicado, el gobierno, la sociedad civil, el ámbito de la cultura, las etnias y varias iglesias históricas.
La organización de la tercera visita de un Papa a Colombia se hizo a la luz de esta doble perspectiva –de talante bergogliano–, para “impulsar la evangelizacion y reafirmar nuestro compromiso de discípulos misioneros de una ‘Iglesia en salida’”, y, al mismo tiempo, “favorecer y propiciar la ‘cultura del encuentro’, como lo hizo Jesús”, esto es, acercando a las personas y no solamente favoreciendo que se crucen en el camino.
En su conjunto, las homilías, los discursos, los gestos y las acciones de Francisco han generado “un deseo de revitalizar la experiencia de fe por parte de muchos creyentes”. En esta dirección han apuntado los esfuerzos de las diócesis, las parroquias, los grupos eclesiales y las universidades del país por discernir, aplicar y proyectar el mensaje del obispo de Roma en la vida de la Iglesia y de la sociedad.
También la CEC, como fruto de la visita, se ha comprometido a “vincular los mensajes del Papa en los procesos de evangelización de todas las jurisdicciones eclesiásticas de Colombia”. Es claro que “la meta de toda vida cristiana es la santidad”, ha dicho monseñor Urbina al recordar la beatificación de Jesús Emilio Jaramillo y de Pedro María Ramírez en Villavicencio: “La santidad es posible en Colombia”.
Bajo el imperativo de que “Colombia tiene que ser una casa y patria para todos”, comprometida con el cuidado de la ‘casa común’, el paso de Francisco por el país ha suscitado procesos de diálogo con las autoridades, los empresarios, los académicos y el mundo de la cultura, en torno a “la responsabilidad que tienen en la construcción de una sociedad justa, educada, equitativa, respetuosa de los derechos humanos y de la promoción de todos, en especial los más pobres”.
En este sentido, se ha insistido en la particular responsabilidad que tienen los jóvenes con el futuro de la nación, “animándolos a identificarse con el trabajo honesto y generoso por el bien del país”, puesto que “la paz no es un documento, sino la construcción de una nueva sociedad”.
Los signos de caridad y de empatía del Papa con los más frágiles y vulnerables de la sociedad –como los que tuvieron lugar frente a la Nunciatura, durante su estadía en Colombia– perduran en la memoria. Estos gestos, según el presidente de la CEC, “fueron un mensaje directo a cada persona, para decirnos que los descartados de la sociedad son nuestros hermanos y son un don de Dios para nosotros”.
Ante la tragedia de la violencia y de la guerra, “es hora de comenzar a llamar al otro ‘hermano’, sintiendo en él la presencia de Dios”. Es preciso “creer en el perdón como camino para sanar el corazón y gestar una nueva patria”. Este fue el gran mensaje del encuentro nacional por la reconciliación en Villavicencio, “no existe acción alguna que justifique el odio y la venganza”.
Avanzar, por la senda de la reconciliación, para “dar pasos significativos hacia una paz estable y duradera”, es una tarea que no da espera. Para Urbina no hay duda de que “el mayor aporte que nos pudo hacer el Papa con su visita fue animarnos a cambiar la manera de ver la realidad colombiana”.
Así lo ratificó el obispo de Roma en su homilía en Cartagena, sobre el cierre de su visita al país: “Si Colombia quiere una paz estable y duradera, tiene que dar urgentemente un paso en esta dirección, que aquella del bien común, de la equidad, de la justicia, del respeto de la naturaleza humana y de sus exigencias. Sólo si ayudamos a desatar los nudos de la violencia, desenredaremos la compleja madeja de los desencuentros: se nos pide dar el paso del encuentro con los hermanos…”.
Las iniciativas de la Iglesia para atender a los más pobres, como la que bendijo Francisco en Cartagena (Talitha Qum) y muchas más, también se entienden desde este horizonte. ¡La semilla sembrada en el corazón de cada colombiano y en el seno mismo de la Iglesia, permanece y seguirá dando frutos!