Tercera jornada de Francisco en los países bálticos. Tras la ceremonia del bienvenida en el aeropuerto de Riga, el primer acto del Papa en tierras letonas le ha llevado hasta el Palacio presidencial, donde dirigió un discurso de hondo calado político, bajo la mirada del presidente Raimonds Vējonis.
Allí, ante los miembros del Gobierno, del cuerpo diplomático y diversos representantes de la sociedad civil, Francisco siguió el mismo esquema que en Lituania: poner el valor el enorme esfuerzo del país para sobrevivir al zarpazo de los totalitarismos del siglo XX. “Todo vuestro país ha estado marcado por duras pruebas sociales, políticas, económicas y también espirituales —fruto de las divisiones y conflictos del pasado—, pero que hoy se ha convertido en uno de los principales centros culturales, políticos y portuarios de la región”, ensalzó el Papa argentino que echó mano del salmo 30 para reflejar esta “alegría” que hoy expresa el pueblo letón: “¡Has cambiado mi lamento en baile”.
Diálogo y encuentro pacíficos
“Letonia, tierra de las “dainas” -canto tradicional del país-, ha sabido cambiar su luto y dolor en canto y danza y se ha esforzado en transformarse en lugar de diálogo y de encuentro, de convivencia pacífica que busca mirar hacia adelante”, apreció Francisco en el centenario de la independencia del país, en un momento en el que todos los países bálticos dan pasos al frente bajo la mirada atenta de Moscú.
“La celebración del centenario recuerda la importancia de seguir apostando por la libertad y la independencia de Letonia, que ciertamente son un don, pero también una tarea que implica a todos. Trabajar por la libertad es comprometerse por un desarrollo integral e integrador de las personas y de la comunidad”, les alentó Francisco.
Por eso no es baladí que el Sucesor de Pedro se dirigiera directamente a las autoridades letonas para apuntarles que “vosotros conocéis muy bien el precio de esta libertad que habéis tenido que conquistar y reconquistar. Una libertad hecha posible gracias a las raíces que os constituyen”.
Una dignidad trascendente
Como tampoco era casual que citara el popular “Mis raíces están en el cielo” de Zenta Maurina, escritora que tuvo que exiliarse por la persecución de los soviets. “Sin esa capacidad de mirar hacia arriba, de apelar a horizontes más altos que nos recuerden esa ‘dignidad trascendente’ de la que todos los seres humanos estamos formados, la reconstrucción de vuestra nación no hubiera sido posible”, reflexionó el Obispo de Roma, que subrayó cómo “esa capacidad espiritual de mirar más allá, se hace concreta en pequeños y cotidianos gestos de solidaridad, compasión y auxilio mutuo, los ha sostenido” De hecho, el Papa constató que ha sido la “creatividad” del pueblo letón el que les ha hecho fuertes “frente a todos los intentos reduccionistas y de exclusión que siempre amenazan el tejido social”.
En esta llamada a la solidaridad, ofreció la ayuda de la Iglesia católica “en un trabajo de plena colaboración con las otras Iglesias cristianas, lo cual es signo de cómo es posible desarrollar una comunión en las diferencias”. Para Francisco, solo desde “la comprensión y el compromiso mutuo” se pueden superar los conflictos del pasado para “alcanzar una unidad multiforme que engendra nueva vida”. “Así como nutrió la vida de vuestro pueblo, hoy el Evangelio puede seguir abriendo caminos para afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias y especialmente fomentando la común-unión entre todos”, reivindicó el Papa.
Su discurso a las autoridades lo cerró reivindicando el papel de la familia, para solicitar al Gobierno “la capacidad de promover estrategias que sean realmente eficaces y estén más centradas en los rostros concretos de estas familias, ancianos, niños y jóvenes, que en el primado de la economía sobre la vida”.