Estonia es considerado uno de los países más laico del mundo; el setenta por ciento de su millón trescientos mil habitantes han declarado no tener ninguna creencia religiosa. La Iglesia católica solo cuenta con una grey de seis mil fieles.
En ese contexto organizar una misa al aire libre presidida por el Papa, como cierre a su gira por los países bálticos, pudo parecer en un principio una provocación pero al final se impuso la idea de incluirla en el programa. Y como escenario se escogió la céntrica Plaza de la Libertad de Tallin donde habitualmente se celebran conciertos y espectáculos.
Controles exhaustivos
La misa estaba prevista para las cuatro y media de la tarde (las tres y media en España). Pues bien tres horas antes, a pesar de las ráfagas de viento glacial que sacuden la capital de Estonia, se han formado largas filas de personas dispuestas a pasar con paciencia por los controles policiales. Las medidas de seguridad son tan extremas que esta mañana los accesos a la plaza han sido cortados con enormes bloques de cemento armado para impedir cualquier conato de atentado.
La Eucaristía ha discurrido en latín y estonio pero una de las oraciones de los fieles fue leída en español como reconocimiento a algunas familias españolas pertenecientes al movimiento neocatecumenal enviado a este país por el Papa como misioneros para “peinar cristianamente Europa desde la cabeza” ( expresión original de Kiko Argüello).
En su homilía Francisco dijo: “Somos la pequeña porción que tiene que fermentar toda la masa , que no esconde ni se aparta, que no se considera mejor ni más pura…Dios quiere a su pueblo elegido en “salida”, arriesgado en su vuelo y siempre protegido por él. Tenemos que perder el miedo y salir de los espacios blindados porque hoy la mayoría de los estonios no se reconocen como creyentes”. Después de la Misa el Santo Padre se dirigirá al aeropuerto para tomar el avión que le conducirá a Roma donde su llegada está prevista a las nueve de la noche.