En el último acto de su gira de cuatro días por las repúblicas bálticas antes de regresar a Roma, el papa Francisco ha celebrado en la tarde de este martes 25 de septiembre una misa ante 10.000 personas en la Plaza de la Libertad de Tallin, la capital de Estonia. En este lugar que conmemora a los 5.000 estonios caídos hace un siglo durante la lucha por la independencia contra el Imperio ruso, Jorge Mario Bergoglio ha dedicado su homilía a hablar de libertad.
“Vosotros sabéis de luchas” por ella, comentó el Pontífice al recordar la impresionante cadena humana formada por más de 2 millones de habitantes de los países bálticos a finales de los años 80 del siglo pasado para pedir su independencia de la Unión Soviética. Han pasado ya casi tres décadas desde que las repúblicas bálticas rompieron las amarras con Moscú, a la que vuelven a mirar con desconfianza desde que se produjo la anexión rusa de Crimea en 2014.
No a los esclavos del “afán de poder”
El Papa se refirió a esos temores al criticar a quienes piensan que “la fuerza de un pueblo” se mide por quien habla “con un tono más alto” y utiliza “amenazas de armamento, despliegue de tropas y estrategias”. Francisco rechazó esas posturas cuando aseguró que los estonios no habían conquistado su libertad para terminar “esclavos del afán de poder o dominio” y hacer una defensa cerrada de la autonomía del país. “Qué bueno es sentirse parte de un pueblo, qué bueno es ser independientes y libres”, dijo.
El 70% de los 1’3 millones de habitantes de Estonia se declaran ateos y sólo hay unos 6.000 católicos, por lo que está considerado uno de los países menos religiosos del mundo. Bergoglio relacionó esta realidad con el individualismo y el consumismo, tendencias a las que invitó a responder a los católicos ofreciendo su testimonio de fe.
Una pequeña comunidad eclesial
“Tenemos que perder el miedo y salir de los espacios blindados, porque hoy la mayoría de los estonios no se reconocen como creyentes”, propuso. Advirtió sobre la “tentación” de pensar que la santidad “es solo para algunos” e invitó a “ser santos saneando los márgenes y las periferias de nuestra sociedad, allí donde nuestro hermano yace y sufre el descarte”.
En su intervención al final de la misa, el obispo Philippe Jourdan, administrador apostólico de Estonia, agradeció al Papa el esfuerzo de visitar a una comunidad “pequeña en el panorama del mundo y pequeña en el conjunto de la Iglesia universal”.
Perseguido por los soviéticos
Francisco ha demostrado que la “lógica de Dios” es “diferente” y “superior” a la humana, que se basa en “números y estadísticas”, dijo Jourdan. “Viniendo aquí donde la lógica humana de los números no lo hubiera previsto, nos ha mostrado que Dios siempre nos sorprende y que siempre va a buscar al más pequeño y menos visible de sus hijos”. Esta “imprevisibilidad” divina es un motivo de esperanza.
Jourdan fue nombrado administrador apostólico en 2005 tras 63 años sin que hubiera un obispo residente en Estonia. Su inmediato predecesor fue el jesuita alemán Eduard-Gottlieb Markusovich Profittlich, que permaneció en Tallin tras la anexión del país a la Unión Soviética. Fue arrestado y condenado a muerte por el régimen comunista en 1941 y murió al año siguiente en una cárcel rusa. En 2003 echó a andar la causa de beatificación de Markusovich Profittlich.