Usuarios, trabajadores y voluntarios de las obras sociales de la Iglesia también se han visto con Francisco en Letonia. Y ha sido esta tarde –25 de septiembre–, en la Catedral de San Pedro y San Pablo, en Tallín, después del almuerzo que el Papa ha compartido con las Hermanas Brigidine. Alrededor de 100 personas esperaban al Papa, pero no fue él el primero en tomar la palabra, sino Marina, una madre con nueve hijos, cuyo marido está en prisión, y Vladímir, un hombre que se recupera de una adicción al alcohol. A ambos, acompañados por las Misioneras de la Caridad, Bergoglio les agradeció “haber querido compartir con nosotros lo que lleváis dentro del corazón”.
“En primer lugar, quisiera felicitaros a ti, Marina, y a tu esposo, por el hermoso testimonio que nos habéis regalado. Habéis sido bendecidos con nueve hijos, con todo el sacrificio que eso significa, como bien lo has señalado. Donde hay niños y jóvenes, hay mucho sacrificio, pero sobre todo hay futuro, alegría y esperanza”, ha indicado. Por eso “es reconfortante escucharte decir: ‘Damos gracias al Señor por la comunión y el amor que reina en nuestra casa’. En esta tierra, donde los inviernos son crudos, a vosotros no os falta el calor más importante, el del hogar, ese que nace de estar en familia. ¿Con discusiones y problemas? Sí, pero con ganas de salir adelante juntos. No son palabras bonitas, sino un claro ejemplo”, ha añadido.
El Papa les ha mostrado también su agradecimiento por “compartir el testimonio de esas hermanas que no tuvieron miedo de salir e ir allí donde vosotros estabais para ser signo de la cercanía y de la mano tendida de nuestro Dios”. Porque “cuando la fe no tiene miedo de dejar la comodidad, de ponerse en juego y se anima a salir, logra transparentar las palabras más hermosas del Maestro: ‘Que os améis unos a otros; como yo os he amado’ (Jn 13,34). Amor que rompe las cadenas que nos aíslan y separan, tendiendo puentes; amor que nos permite construir una gran familia donde todos podamos sentirnos en casa, como sucede en este hogar. Amor que sabe de compasión y de dignidad”, ha subrayado.
La fe misionera
Además, ha recalcado que “la fe misionera va como estas hermanas por las calles de nuestras ciudades, de nuestros barrios, de nuestras comunidades, diciendo con gestos bien concretos: tú eres parte de nuestra familia, de la gran familia de Dios en la que todos tenemos un lugar. No te quedes afuera”. Y ese “creo que es el milagro del que tú nos hablaste Vladímir. Encontraste hermanas y hermanos que te regalaron la posibilidad de despertar el corazón y ver que, en todo momento, el Señor te buscaba incansablemente para vestirte de fiesta (cf. Lc 15,22) y celebrar que cada uno de nosotros es su hijo muy querido”. Porque “la mayor alegría del Señor es vernos nacer de nuevo, por eso no se cansa nunca de regalarnos una nueva oportunidad. Por esta razón, son importantes los lazos, sentir que nos pertenecemos los unos a los otros, que toda vida vale, y estamos dispuestos a jugárnosla por esto”.
Tras dirigirse a los dos beneficiarios de los proyectos de las Misioneras de la Caridad y Cáritas, el Papa ha querido enviar un mensaje a los responsables de las obras: “Quisiera invitaros a seguir creando lazos. A que salgáis por los barrios a decirles a muchos: Tú y tú eres parte de nuestra familia. Jesús llamó a los discípulos, y hoy también os llama a cada uno de vosotros, queridos hermanos, para seguir sembrando y transmitiendo su reino. Él cuenta con vuestras historias, con vuestras vidas, con vuestras manos para recorrer la ciudad y compartir lo mismo que vosotros habéis vivido. ¿Puede contar con vosotros?”
Sin más, y sin olvidar recordar que recen por él, el Papa ha puesto rumbo a la plaza de la Libertad para para celebrar la misa que pondrá el punto y final al viaje apostólico por tierras bálticas.