La UEM quiere aprovechar este potencial para el crecimiento espiritual de la Iglesia
Ser misionero desde la enfermedad no es algo extraño en México, ya que por lo menos 1,200 personas comparten este carisma, y cada vez son más las que se suman a esta peculiar manera de misionar.
Estas personas forman parte de la Unión de Enfermos Misioneros (UEM), obra nacida en Francia en 1928 a iniciativa de Margarita Godet. “Los enfermos querían sublimar su dolor, su oración y su sacrificio por el crecimiento de la Iglesia; en particular, ofrecer su enfermedad para el crecimiento de las misiones, sobre todo en tierras de misión”, explica la hermana Silvia Pérez Maldonado, coordinadora de la UEM en México.
En entrevista para Vida Nueva, la religiosa recuerda que Margarita Godet tenía el deseo misionar, pero se encontraba enferma; pero tras platicar con un misionero en Florencia (Italia) comenzó a ofrecer su enfermedad y su dolor por las misiones.
Actualmente en cada una de las diócesis mexicanas existe un director diocesano de misiones, quien trabaja por las cuatro Obras Misionales Pontificias, que son: la Obra de la Propagación de la Fe; la Obra de la Infancia Misionera, llamada en México Infancia y Adolescencia Misionera; la Obra de San Pedro Apóstol, llamada Obra de San Pedro Apóstol, y la Pontificia Unión Misional (PUM). Esta última difunde el programa de la UEM, cuyo principal objetivo es promover la sensibilidad de los agentes de pastoral en favor de los enfermos y de los más necesitados, a fin de que ofrezcan su dolor y sufrimiento por la misión ad gentes.
El director de misiones de cada diócesis –explica la hermana Silvia– es el responsable de que la Unión de Enfermos Misioneros esté implantada en esa Iglesia particular, mientras que el coordinador del movimiento promueve a visitadores de enfermos que trabajan en los ministerios de la Sagrada Comunión, en la Pastoral de la Salud y en Cáritas. El mismo coordinador o gente de la UEM ofrece seminarios o formación concreta cuando se les solicita.
La hermana Silvia considera que el gran reto que tiene actualmente el movimiento es aprovechar el potencial que tiene. “Hay muchos enfermos que son conscientes de que su dolor puede servir para el crecimiento espiritual de la Iglesia. Quienes trabajamos en la UEM no queremos desaprovechar esto”.
El otro reto –añade– es que la UEM sea más conocida en México y que cada vez más personas “se comprometan a trabajar en este programa que es bastante rico para todos aquellos que han tenido la experiencia de enfermos y visitadores”.
La religiosa informó que los 1,200 enfermos misioneros se reunirán esta semana para compartir su experiencia. Será durante el XXII Encuentro Nacional de Enfermos Misioneros, que tendrá lugar del 27 al 30 de septiembre en la Universidad La Salle, en la Diócesis de Nezahualcóyotl, Estado de México. El lema de este evento es “Con María, madre de la ternura y el amor, discípulos de misericordia frente al dolor”.
“El objetivo principal del encuentro –dice– es que todos los que participan puedan compartir las actividades que realizan, sus experiencias como visitadores de enfermos, y que juntos podamos ir buscando cómo hacer mejor nuestro trabajo, como enriquecernos unos con los otros, ya que cada lugar, cada espacio, es diferente”.
El encuentro, que será inaugurado por el nuncio apostólico en México, Franco Coppola, contempla una serie de conferencias y testimonios, y una marcha desde la Universidad La Salle hasta la Catedral de Nezahualcóyotl.
Cabe mencionar que las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México (OMPE) son un instrumento del Papa y los obispos de México, instituidas para “infundir en los católicos, desde la infancia, el sentido verdaderamente universal y misionero, y de recoger eficazmente los subsidios para bien de todas las misiones, según las necesidades de cada una” (Redemptoris missio, 38).