Paul Richard Gallagher, secretario de Relaciones con los Estados y Jefe de la Delegación de la Santa Sede, habló en Nueva York en la Reunión Ministerial sobre la República Centroafricana, enmarcada en el 73º período de sesiones de la Asamblea General de la Naciones Unidas.
La Santa Sede muestra su gran preocupación por la crisis política y humanitaria en la República Centroafricana, como manifestó el arzobispo Gallagher porque “revela la incapacidad de la comunidad internacional para reunir la voluntad política y abordar el conflicto de manera efectiva para acabar con las consecuencias tan devastadoras que se están dando”.
Los conflictos en la región han aumentado desde la última reunión de alto nivel, celebrada el año pasado, con el recrudecimiento de los conflictos en todo el país. “Las consecuencias de años de continuas tensiones están causando estragos en la vida de millones de civiles, dejando a miles de víctimas y cientos de miles de desplazados internos y refugiados”, recordó Gallagher.
Casi la mitad de la población de la República Centroafricana (alrededor de más de dos millones y medio de personas) necesitan apoyo humanitario y cerca de un millón trescientos mil son niños.
“La Santa Sede alienta a la Misión de Estabilización Integrada Multidimensional de Naciones Unidas en la República Centroafricana a realizar mayores esfuerzos para garantizar los derechos humanos de todos los ciudadanos, protegiéndolos de la agresión armada y otros abusos que violan su dignidad humana, sin discriminación de condición social o afiliación religiosa”, señaló el arzobispo inglés
Entre las preocupaciones expresadas por la Santa Sede está el tema del tráfico ilegal de armas y la inestabilidad gubernamental, por ello instan a la comunidad internacional a trabajar para que se garantice el estado de derecho y se pongan a disposición servicios sociales esenciales.
Gallagher aludió a la “responsabilidad de la comunidad internacional que incluye proporcionar la asistencia financiera necesaria, particularmente en el área de la asistencia humanitaria”. Sin olvidar que “es extremadamente preocupante que los trabajadores humanitarios y los organismos de ayuda se hayan convertido en objetivos”.
“Un diálogo honesto, basado en la buena fe y abierto al perdón y la reconciliación, es la única manera de alcanzar la estabilidad necesaria en los niveles social, económico y político”, indicó el secretario.
Sin olvidar “la dimensión religiosa del diálogo”, Gallagher dijo que “todos los ciudadanos deben luchar por el entendimiento mutuo y la tolerancia del otro, independientemente de su afiliación política, etnia o confesión religiosa. La Iglesia católica continuará persiguiendo todas las vías que superen las luchas, divisiones y disputas, por el bien de disfrutar de la estabilidad, la paz y la unidad”.