En la fronteriza ciudad de Cúcuta, inició ayer 1º de octubre la quinta edición de la Copa de la Fe, el único campeonato de fútbol entre sacerdotes, organizado por la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), bajo el lema “La fraternidad no tiene fronteras”. 612 presbíteros provenientes de Colombia, México, Ecuador y Venezuela llegaron a disputar el certamen y, especialmente, a promover la solidaridad y acogida con los migrantes venezolanos.
Los 28 equipos, conformados exclusivamente por presbíteros y dirigidos por laicos, se reunieron en el estadio General Santander para el acto inaugural. El saque inicial estuvo a cargo de los obispos Óscar Urbina Ortega, presidente de la CEC, y Victor Ochoa, de la diócesis de Cúcuta.
Matjaž Roter, encargado de negocios de la nunciatura apostólica en Colombia, fue el encargado de abrir el acto. En nombre del papa Francisco saludó a los asistentes: “Este torneo es muy importante porque es una oportunidad de estar juntos con alegría, y sobre todo para rezar y agradecer por el trabajo a nuestros sacerdotes desde sus parroquias”.
El deporte como vehículo de fraternidad
Por su parte, Urbina Ortega, presidente de la CEC y arzobispo de Villavicencio, en nombre de los obispos de Colombia expresó su beneplácito y alegría al manifestar que “el papa Francisco nos dice que con el deporte es posible construir la cultura del encuentro entre todos por un mundo de paz. Sueño con el deporte como la práctica de la dignidad humana convertida en vehículo de fraternidad”.
“Recuerden que no son jugadores ni técnicos de futbol, ustedes son sacerdotes, ustedes son pastores hombres de Dios que se han entregado con pasión a aquel que un día los llamó y les confió las ovejas para que las cuidaran y las guiaran al encuentro con el que es el único buen pastor”, señaló el arzobispo.
En una clara muestra de unidad y fraternidad, exhortó a los sacerdotes a hacer parte del equipo de Cristo y que “el deporte una muchas regiones y países. Este campeonato le haga muchos goles a la indiferencia y al egoísmo, a los odios y a las injusticias”.
Compartir entre diócesis
Más allá del evento deportivo, con la Copa de la fe se quiere traer un mensaje de esperanza, alegría y, sobre todo, de fraternidad. De allí que el obispo anfitrión, Víctor Ochoa afirmara que este campeonato además de ser un acontecimiento tradicional para el clero colombiano también “es un momento de encuentro, de descanso, de compartir entre las distintas diócesis de Colombia”.
Para el prelado “los sacerdotes se encuentran en torno al futbol pero también en torno a los actos ideales de su vida sacerdotal”. En este sentido, agregó el obispo de Cúcuta, este campeonado “es un momento de enseñanza a los jóvenes, quienes se pueden divertir, se puede tener futbol sanamente vivido y jugado por todos”.
Acompañar el dolor de los migrantes venezolanos
Parte de objetivo social de esta Copa es hacer un llamado a la comunidad nacional e internacional sobre la lamentable situación migratoria de la hermana República Bolivariana de Venezuela. Así lo aseguró Víctor Ochoa al recordar que “los sacerdotes no quieren vivir aislados del sufrimiento y el dolor de los hermanos venezolanos sino que quieren acompañarlos y ayudarlos”.
Por ello se realizará hoy martes, 2 de octubre, una misa en la sede de la casa de paso “La divina providencia”, donde –según ha explicado Ochoa– diariamente se entregan 6.400 comidas entre desayunos y almuerzos a población migrante. “Es la caridad de la iglesia que se hace presente claramente con los hermanos venezolanos”, ha dicho.
En este mismo tenor, el presidente de la CEC expresó que precisamente “hemos querido unirnos este año a la diócesis de Cúcuta para agradecer animar y fortalecer el trabajo que esta Iglesia, en unión con todas las demás diócesis del país, en un servicio amoroso y silencioso, han hecho de manera especial por los venezolanos que han tenido que migrar a nuestro país y pasar por él para llegar al sur de nuestro continente”.
Fotos: Diócesis de Cúcuta.