Hace ahora un año, el 1 de octubre de 2017, muchos colegios catalanes pusieron a disposición del anunciado referéndum independentistas su instalaciones para formar los colegios electorales al margen de la ley. De hecho, de los 2.200 puntos, casi 300 necesitaron de la intervención policial. Concretamente ofrecieron sus instalaciones a la consulta impulsada por el soberanismo catalán los escolapios, las vedrunas, los jesuitas, el Corazón de María, las dominicas de la anunciata del Padre Coll, las escuelas vicencianas, La Salle y un centro de la Sagrada Familia, según informa Catalunya Religió.
Además, las fundaciones que agrupan estos centros educativos emitieron un comunicado conjunto el 2 de octubre de 2017 reclamando que “prevalgan los principios de la paz y de la libertad de expresión” como fuente de diálogo. Este texto no fue el único desde ambientes eclesiales, ya que 400 eclesiásticos –un buen número de las congregaciones citadas– se pronunciaron apoyando la consulta propuesta por la Generalitat.
Entre los actos de reivindicación de la fecha, una huelga de estudiantes ha tenido una gran incidencia en los campus de la Autónoma de Barcelona y en la Universidad de Girona y ha tenido un seguimiento desigual en los demás ateneos. Pero, más allá de la educación superior, el conseller de Enseñanza, Josep Bargalló ya había señalado, días atrás, que “el 1 de octubre es día lectivo” y los centros son los responsables de la organización de las distintas actividades, más allá de las manifestaciones y huelgas convocadas.
Para Bargalló los centros son quienes deben decidir las actividades y los padres si llevan a clase a sus hijos. Por ello, las escuelas concertadas de Cataluña han abierto sus puertas con “normalidad” y es difícil establecer datos precisos sobre el absentismo en este día.
Aunque las diócesis han mantenido una fuerte neutralidad ante los actos oficiales, la Fundació Escola Cristiana de Catalunya ha emitido un comunicado “a un año del 1 de octubre” en el que muestra su preocupación “por la tensión que se vive en algunas situaciones entre grupos de diferentes opciones políticas con enfrentamientos que dificultan la convivencia”. Ante esta “compleja situación” piden que se destierren las descalificaciones y se apueste por el “respeto mutuo”.
A renglón seguido, señalan en “dolor” que les provoca el hecho que haya personas “privadas de libertad” con el rechazo de “gran parte de la ciudadanía” o sufriendo diversas formas de “exilio”. Algo que señalaba a esta web el secretario general de los religiosos catalanes. Aún así, muestran su confianza en el consenso, la concordia y el acuerdo “sin apriorismos bloqueantes o excluyentes”.
Esta valoración, resaltan, la hacen desde su identidad de escuelas “democráticas” que se sienten libres respecto a cualquier adscripción política. “Deben existir argumentos democráticos de más peso que el excluyente ‘o estás con nosotros o contra nosotros’, demasiado frecuente últimamente”, se puede leer. Por ello, las escuelas católicas apuestas por la acogida y la inclusión ya que “en nuestros idearios, de una clara y manifiesta raíz evangélica, está muy presente la voluntad de estimular la convivencia, de impulsar la aceptación del otro, el trabajo en equipo, las relaciones fraternas, el respeto de las opiniones por encima de toda creencia, idea o costumbre”. El “espeto a la diversidad y singularidad de las personas” frente a toda exclusión es una máxima del “carácter propio de los centros”, recalcan. Y para ello reclaman la “sabiduría” y el ambiente de convivencia que propicie una auténtica paz.