Los mayores seguidores de la saga ‘Piratas del Caribe’ saben que varias de sus escenas se ha rodado en el enclave haitiano de Isla Tortuga. En la gran pantalla luce su paradisiaco paisaje, pero mucho menos conocido es el drama de sus 40.000 habitantes los 365 días del año: el más que difícil acceso al agua potable. Y es que, por la propia configuración geográfica de este enclave marítimo, cientos de familias viven en las zonas más altas y muy dispersas entre sí. Tanto que, para llegar a los escasos puntos en los que se cuenta con cisternas y pueden obtener algo de agua potable (no hay ríos y las fuentes naturales, además de escasas, están en pésimas condiciones), han de recorrer horas a pie.
Tal tarea es encomendada en la mayor parte a mujeres y niños. Pero ya no es solo el mayor riesgo que para ellos conlleva, sino que, además, una vez que han llegado a esos puntos de distribución de agua, han de acometer larguísimas colas para llenar simplemente su cubo de agua. Y luego, claro, toca volver a casa…
Buscan construir 37 cisternas
Con el fin de ayudar a la población local, Manos Unidas, que lleva muchos años de presencia dinamizadora en Haití, está poniendo en marcha su último proyecto en Isla Tortuga. Lo hacen, como siempre, apoyándose en un socio local; en este caso, la Association pour la Construction des Cisternes Familiales (ACCF), que, desde 1989, ha logrado poner en marcha 744 cisternas. Ahora, han solicitado la ayuda de la ONG eclesial, con el objetivo de construir 37 cisternas de almacenamiento de agua de lluvia con una capacidad de 6.500 litros. Con ello, calculan, podrán ofrecer agua potable a 200 beneficiarios.
Desde Manos Unidas, Marta Peláez recuerda que la entidad “no genera proyectos, sino que estos son ideados por las comunidades de cada una de las zonas de los países en que trabajamos. En este caso, la propuesta partió de los propios beneficiarios, que se unieron para formar una asociación para la construcción de cisternas familiares. Se reunieron, elaboraron un reglamento por el que cada familia se compromete a aportar algún material y mano de obra y nos hicieron llegar un proyecto básico que se fue trabajando junto a ellos”. Además, “un equipo de Manos Unidas responsable de los proyectos en Haití se desplaza a la zona una o dos veces al año para visitar los proyectos que se están ejecutando y evaluar las peticiones de ayuda nueva”.
Una obra impulsada por la comunidad
Precisamente, de Isla Tortuga acaba de regresar Lucas Bolado, responsable de Proyectos de Manos Unidas en el Caribe, quien cuenta cómo, además de las 37 cisternas, están poniendo en marcha, junto a La Salle, Cáritas y otras entidades internacionales, un sistema de aducción de agua potable en la parte central de la isla. Un proyecto que esperan que esté listo en un año y con el que “se beneficiarán 14.121 habitantes de nueve comunidades, estableciéndose turnos para que puedan acceder a las fuentes de manera ordenada”.
El programa se completa con “la instalación de un sistema de cloración de agua para sanearla antes de su distribución”. Como con las cisternas, todo estará en manos de la población local: “Los beneficiarios, a través de un comité, 15 subcomités elegidos en cada comunidad y con técnicos locales formados específicamente, se harán cargo de la gestión, mantenimiento y reparación de las estructuras”. De un modo paralelo, la ONG también está apoyando un proyecto de construcción de letrinas en la parte occidental de la isla a través de la entidad local ODLEP.
Un misionero encarnado
En todo esto ha sido el misionero español Antonio López. Como explica a Vida Nueva este hermano de La Salle, que ha estado diez años en este rincón de Haití (tras otros 20 años en Nicaragua y una década más en Cuba), la dimensión de la urgencia del agua la ejemplifica Endina: “Ahora es una adolescente de 15 años que está a punto de terminar Primaria y vive con su abuela ciega. La conocí hace seis años, un día que fueron a pedir a nuestra casa y le pregunté por qué no estudiaba. Me dijo que se tenía que levantar a las seis de la mañana para ir a buscar agua a la fuente… Sus padres no se ocupaban de ella. Vivían de la limosna que recogía la mujer en el mercado o caminando por el pueblo. Le pregunté si quería estudiar y me dijo que sí. Le pedí a la abuela que se organizara de otra manera para que la niña pudiera ir a la escuela. Endina se pudo a estudiar e iba a por el agua por la tarde y los sábados por la mañana, cuando, muy temprano, hacía tres o cuatro viajes para poder lavarse la ropa. Desde que pusimos el agua en el pueblo, todo ese trajín de viajes se ha terminado, y la chica tiene más tiempo para estudiar y dedicar a su abuela”.
Cuando la banca también es ética
Este proyecto de Manos Unidas en Isla Tortuga es uno de los 29 beneficiados con ayudas del Fondo Sabadell Ético-Solidario, como se conoció en el acto celebrado en Madrid el pasado 26 de septiembre. Ese día, el Proyecto Ético y Solidario Sabadell Urquijo 2018 falló la adjudicación de ayudas ascendentes a 401.558,28 euros y que se repartieron entre cerca de la treintena de programas sociales, tanto en el ámbito nacional como internacional. Fue significativo que ocho de esos proyectos apoyados sean impulsados por instituciones religiosas, aglutinando un 42% del total de lo repartidos (172.040,67 euros).