El prefecto de la Congregación para los obispos, el canadiense Marc Ouellet ha respondido a través de una carta abierta a las acusaciones de encubrimiento del papa Francisco hechas en dos escritos por Carlo María Vidanò, antiguo nuncio en Washington. De esta manera, el curial quiere responder a la “endémica corrupción” denunciada por el diplomático referentes a los abusos de arzobispo emérito de la capital estadounidense, Theodore McCarrick.
Incomprensible y reprobable
Tras el comunicado hecho público esta sábado por el Vaticano, el prefecto responde después de los contactos y haber investigado “los documentos de los archivos de la propia Congregación” romana. Oullet destaca la “buena relación de colaboración que existió entre nosotros cuando eras Nuncio en Washington” pero considera que “la actual posición” de Viganò “me parece incomprensible y extremadamente reprobable, no solo por la confusión que siembra en el pueblo de Dios, sino porque tus acusaciones públicas perjudican gravemente el honor de los Sucesores de los apóstoles”, confiesa. El cardenal se lamenta de este cambio de actitud en el diplomático con que gozó de “su estima y confianza”.
Entrando en el proceso de McCarrick y la actuación del organismo vaticano que preside el cardenal Oullet, el prefecto cuestiona la apreciación del exnuncio en el encuentro con el papa Francisco en 23 de junio de 2013 y si se puso sobre la mesa la situación de un obispo que “de 82 años que llevaba 7 años sin encomiendas”. Yendo a la documentación escrita por el diplomático en el archivo de la congregación, el nuncio, desde que se trasladó como nuncio Viganò a Washington en 2011, “no dicen nada” sobre el dimitido cardenal.
Oullet confirma además que el caso de McCarrick solo se ha estudiado en las audiencias privadas con los papas –primero con Benedicto XVI y luego con Francisco– hasta el momento de la dimisión del Colegio Cardenalicio. El actual prefecto lleva en el cargo desde 2010 y desde la jubilación del arzobispo emético en mayo de 2006 se le había prohibido viajar y comparecer en público “con el fin de no provocar más habladurías ” sobre las acusaciones sobre su conducta en el pasado. Por ello, sentencia Ouellet, “es falso presentar las medidas tomadas como ‘sanciones’ decretadas por el papa Benedicto XVI y anuladas por el papa Francisco”. Medidas y penas canónicas que se tomaron dentro de un proceso en el que no se contaban con todos los detalles; sin embargo, recalca en negrita, que “el motivo es que no se disponía entonces, a diferencia de hoy, de pruebas suficientes de su presunta culpabilidad”. Este principio es el que ha orientado las medidas preventivas al imponer el arzobispo emérito “un estilo de vida discreto de oración y penitencia” y en su momento no fueron más estrictas porque no se pidieron ni se ofrecieron nuevos datos ni desde la Nunciatura ni desde otras instancias hasta que la sensibilidad social de los Estados Unidos comenzó a hacer oír de forma determinante la voz de las víctimas.
De hecho, Ouellet se pregunta apuntando hacia la nunciatura: “¿Cómo es posible que este hombre de Iglesia, del que hoy se conoce su incoherencia, haya sido promovido a mayores responsabilidades, como el ostentar las altísimas funciones de arzobispo de Washington y de cardenal?” Por ello, el prefecto se muestra “estupefacto” por los errores cometidos durante todo el proceso. Por ello, sentencia que “se debe entender que las decisiones tomadas por el Sumo Pontífice se apoyan sobre las informaciones de la que se disponen en ese preciso momento y que constituyen un juicio prudente que no es infalible”. Por ello, es “injusta”, acusa, la generalización que hace Viganò respecto a algún curial que “tengan comportamientos contrarios a los valores del Evangelio en lo referente a la sexualidad”.
La acción de Francisco en el caso McCarrick
“No llego a entender como te has podido dejar convencer por esta monstruosa acusación” de que Francisco ha tenido algo que ver con las diversas promociones de McCarrick, si es quien “lo ha destituido de su dignidad de cardenal” cuando “se hizo evidente una acusación creíble sobre el abuso de menores”, explica. “No he oído jamás al Papa Francisco hacer alusión a este supuesto gran consejero de su pontificado para los nombramientos en América, si bien es cierto que él [Francisco] no escondía estar de acuerdo en la confianza hacia algunos prelados”, sentencia. Pero, Ouellet encuentra aún más “aberrante”, más allá de posibles vínculos de amistad, que “aproveches los escándalos de los abusos sexuales en los Estados Unidos para infligir la autoridad moral de tu Superior, el Sumo Pontífice, un golpe inaudito y no merecido”.
A partir de sus encuentros semanales con el Papa, Oullet confiesa: “Sé muy bien cómo trata a las personas y los problemas: con mucha caridad, misericordia, atención y seriedad, como usted mismo ha experimentado”. Algo que contrasta con los mensajes, aparentemente espirituales que ha escrito Viganò, por eso subraya: “Leer cómo concluyes tu último mensaje, aparentemente muy espiritual, burlándote de él y sembrando dudas sobre su fe, me ha parecido realmente muy sarcástico, e incluso ¡blasfemo! Esto no puede venir del Espíritu de Dios”.
Ante esta actitud, el prefecto pide a Viganò que reoriente su vida sacerdotal arrepintiéndose de la división generada y volviendo a la comunión. “¿Cómo puedes celebrar la Sagrada Eucaristía y pronunciar su nombre [el del Papa] en el canon de la misa?”, le interpela. Además, cuestiona la falta de fundamente de las críticas a Francisco que “es hombre de oración” y desprendido de las posesiones ha puento en el centro a los más pobres. “En respuesta a su injusto e injustificado ataque, querido Viganò, llego a la conclusión de que la acusación es un marco político carente de una base real que pueda incriminar al Papa”, concluye.