Una personalidad madura, rica en valores y en creencias religiosas, así como una red de relaciones afectivo-espirituales, son recursos muy importantes para manejar las pérdidas; pero sobre todo, el anuncio cristiano de que “la vida no es quitada, sino transformada”, abre un horizonte de trascendencia que si bien no elimina el sufrimiento, sí permite a la persona insertarse en una visión de esperanza.
De esto está seguro el sacerdote Silvio Marinelli, director del Centro San Camilo, asociación civil “dedicada a la humanización de la salud en la atención de las personas que sufren, y la capacitación de profesionistas y voluntarios para fomentar una cultura de los valores, de la vida y de la salud integral”.
El sacerdote asegura que si bien no es posible adelantar cómo vivirá una persona su duelo, “una creencia sólida en Dios, en la resurrección de los muertos y en la vida más allá de la muerte, así como la pertenencia e integración a un grupo eclesial, la oración personal y comunitaria, y la participación en los rituales de la tradición católica pueden ser factores que hagan la diferencia.
Del folklore a la realidad
El sacerdote explica que todo tipo de muerte confronta con la necesidad de elaborar un duelo; sin embargo, en México el tema de la muerte ha sido tratado más como parte del folklore que como parte de la vida misma, razón por la cual –dice– es importante conocer las formas adecuadas de vivir las pérdidas a través del duelo.
En entrevista para Vida Nueva, el también Coordinador de la Sección Diocesana de Pastoral de la Salud de la Arquidiócesis de Guadalajara (estado de Jalisco) reflexionó sobre la importancia de hablar con las personas sobre este tema; “hablar de duelo es hablar de pérdidas, y todos las experimentamos a lo largo de nuestra vida. Entre más preparados estemos para enfrentar y manejar nuestras pérdidas, tendremos una mejor adaptación y calidad de vida”, dijo.
Al referirse a las pérdidas relacionadas con la violencia, particularmente cuando un familiar ha desaparecido, explicó que este tipo de duelo es muy complicado por su ambigüedad, pues conlleva una gran carga de sufrimiento, manejo difícil, búsquedas agotadoras, esperanzas y desilusiones; queda un resquicio de esperanza de que la persona regrese, y eso impide que se maneje la desaparición como una pérdida definitiva”.
No basta la buena voluntad
Sobre la capacitación a las personas que realizan acompañamiento durante la etapa de duelo, advirtió que es necesario que cuenten con cierta preparación. “Es fácil pensar que acompañar en un momento de sufrimiento es algo sencillo, que es suficiente la buena voluntad y la buena intención; sin embargo, hemos comprobado que no es así. Podemos tener las mejores intenciones, pero muchas veces los resultados no son positivos, no representan una verdadera ayuda para quien sufre”.
Por lo anterior, Silvio Marinelli destacó que lo ideal es contar con una buena preparación. “No significa que todos seamos profesionales de la salud mental, se trata, más bien de tener al menos las bases de la Relación de Ayuda o Counselling, que es precisamente un conjunto de habilidades para que los no-profesionistas tengan conocimientos de las formas de llevar a cabo una ayuda efectiva”.
El próximo 29 de octubre, en la Universidad Pontificia de México, Marinelli hablará sobre algunas Claves para acompañar el duelo, conferencia en la que abordará el tema “Integrar las emociones al proceso de duelo”.
Al respecto, indicó que es importante hablar de emociones cuando se trata de un proceso de duelo, ya que la dimensión afectivo-emocional la que más se afecta y altera cuando se sufre una pérdida.
“Aprender a manejar nuestras emociones será fundamental si queremos llevar a cabo un buen trabajo de duelo. La ‘integración’ de ellas es una etapa fundamental para su buena gestión. En esta tarea, la espiritualidad –es decir, el mundo de los valores, los criterios éticos y las creencias– desempeña un rol importante”.
Finalmente, consideró que es necesario que “todos nos volvamos más atentos y sensibles frente al sufrimiento, que desarrollemos las actitudes de la misericordia, el cariño, el afecto hacia las personas. Se trata, en fin, de derrotar dentro de nosotros las tentaciones de la indiferencia y el individualismo insolidario. Cuando tenemos ganas de acompañar, encontraremos las formas para capacitarnos y hacerlo bien”.
Informes sobre la conferencia del padre Silvio Marinelli al 01 (55) 10878400 ext. 3438, 3301, 3408, 3440.